San Isidro, Buenos Aires, Argentina

Encuentro con sacerdotes y religiosas y reunión privada
Residencia de la Flia. Varone
Viernes, 16 de junio de 2000

[…] de verlos con aquella sencillez, aquella humildad todos sentados esperando a que llegáramos, comenzando por el Padre. (Refiriéndose al Padre Pedro Marano.) Es un alma muy especial, un corazón abierto a la gracia, una mente abierta a esa gracia del Espíritu Santo que está obrando en él. Dios lo bendiga y lo cuide, necesita vivir todavía un poco más, mucho más. Su misión es ardua, firme, decidida con un gran espíritu de soportación y de humildad.

La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo y eso es lo más hermoso que puede existir en un ser humano, aún más en un sacerdote que está tan cerca de Dios. Que Dios lo bendiga.

Y las hermanas… una humildad profunda, eso se ve encima de la ropa y con un calor humano muy grande cumpliendo su misión. Cuánto hubiera querido ser yo una hermana, una monja, pero Dios me quiso en el mundo batallando. Es fuerte, solamente Dios… me quiso aquí en el mundo con todos. ¡Qué fuerte!

(Dirigiéndose a la Sra. Norma Varone.)

Y usted también, hija, qué hermosa misión. Ella tiene mucho movimiento, ella es una persona que se mueve con carácter y con voluntad hasta que Dios diga.

Bueno, estoy ronca y usted también, hija.

Yo amo a todo lo que es de la madre la Iglesia, nuestra madre la Iglesia, todos los que le sirven, los que lo han dejado todo para seguirla, para dar frutos, para salvar almas, jóvenes para seguir a Dios. Todo el que deja su casa para seguir a Dios es muy hermoso, muy grande porque allí está el Señor continuamente, sencillamente, muy humilde en cada alma que Él escoge aunque tengamos carácter fuerte, pero de todas maneras cuando Él los toca… una sierva, una monja o un sacerdote eso es muy grande. Por eso, yo amo al sacerdocio, amo a la Iglesia, a todas las monjas del mundo.

Tenemos que pedir mucho por ustedes… perseverancia final es lo más grande, llegar hasta el final, firmes como una roca, fuertes, firmes por el amor de Dios, muy humildes, sencillos y la sencillez de María, la sencillez de Jesús, dejarlo todo. Ojalá yo hubiera podido hacerlo, el Señor me quiso en el mundo batallando. Qué fuerte es el mundo, es duro, pero también hay muchas consolaciones cuando tiene uno… forma a su familia y tiene a sus hijos, ya está pendiente de sus hijos y de su familia, y el Señor nos da la energía suficiente para resistir, para soñar; ellos van a crecer y serán hombres y mujeres que van a estar con nosotros. Dios me ha concedido esa gracia, que todos están cerca de mí, todos casados y todos cerca con sus hijos, con mis nietos, con sus esposos. Es bella la familia también.

Qué hermosa es la familia, nuestras familias, todas nuestras familias porque las amamos, las queremos, deseamos para ellos lo mejor que constituye una base sólida, firme como una roca.

Tenemos la roca de San Pedro donde tenemos todos que reafirmar nuestra fe vivida de cada día, amar a esa Iglesia y amar el Santo Padre por sobre todas las cosas porque él es quien nos guía, quien consuela al mundo, a los hombres, a las criaturas humanas dando el calor y la Palabra de Dios todos los días y eso es hermoso verdaderamente, especialmente nuestro Santo Padre el Papa, Juan Pablo II quien ha hecho tanto, está haciendo una labor maravillosa como nunca se ha hecho en la historia de la Iglesia… de un lugar a otro buscando al Pueblo de Dios, nuestro Pueblo de Dios.

Hay que amar al pueblo, a las criaturas, a los humanos; hay que amar mucho y dar mucho no importa cómo lleguen ni de dónde vengan, lo importante es tenderle una mirada, una sonrisa, un apretón de manos, una palabra a tiempo; dar y dar, y no cansarse de dar. No importa que vamos a morir. “Te vas a morir, María Esperanza.” No, no importa, el Señor me dará las fuerzas suficientes para vivir el tiempo que me queda, el resto que Él quiera que yo tenga.

Entonces, yo le digo a todas las madres, cuiden a sus hijos, amen a sus hijos, sopórtenlos, ayúdenlos a caminar mejor, a enderezar sus vidas. Eso es lo más grande: nuestros hijos. Las madres, los padres de familia, reunir a su familia, tenerlos reunidos unidos todos en un solo corazón con la suficiente confianza de que el Señor los va a ayudar, que los va a dotar de facultades espirituales para poder vencer todas las dificultades, todas las cosas que no sean lícitas en la vida de ellos.

A la juventud hay que salvarla a como dé lugar, la juventud. Yo amo mucho a la juventud, yo estuve rodeada de muchos jóvenes, muchos muchachos, cantidades de jóvenes. Yo quiero mucho a la juventud, vivo entre ellos, convivo con ellos, los amo tanto. Quien busca a los jóvenes, a los muchachos, a los niños para hacer labor del cristiano, la labor de los católicos, enseñar el catecismo… es bueno, es hermoso poder enseñar, poder vivir el Evangelio como Dios lo manda y aunar fuerzas para enderezar lo torcido, aquéllos que están un poquito que no creen, poco a poco se van llenando con mucha paciencia, con mucha humildad y mucho amor todos los días dándoles calor humano, la Palabra de Dios, los mandamientos para que los cumplan.

Es tan sencilla la vida. no necesitamos ser grandes cerebros, no, con sencillez, con humildad, con paciencia, con decoro ocupando cada cual su puesto porque realmente el Señor no nos pide cosas que no podamos hacer; Él nos pide lo que podamos hacer, lo poco o mucho, pero Él nos pide que seamos muy correctos en lo que hagamos, todo con una corrección, con una sencillez y con una claridad grande. Nada de escondites, nada de cosas que no sean correctas, todo muy correcto, todo muy sencillo, todo muy claro con una gran humildad, con una gran sencillez, con fervor grande.

Tenemos a la Virgen Santísima María, la prenda más preciosa del Cielo después de Jesús, su Hijo. Ella María, ella nos enseña a caminar mejor con humildad, con paciencia, con el santo temor de Dios y con una sencillez del niño inocente; y digo niño inocente, porque yo creo que todos somos niños en parte y tenemos que buscar la inocencia, la claridad, la compostura, la buena voluntad al servicio de quien nos necesite; no importa cómo lleguen, de donde vengan lo importante es tenderles las manos y mirarlos a los ojos.

No esperen de mí grandes discursos ni grandes preparaciones, no, no… una simple mujer madre que ama; eso sí, que vivió con las monjas, ella quería ser monja también, pero el Señor me dijo: “Fuera, hija.” Me dio un dolor muy grande, ellas me adoraban las Franciscanas en Mérida, en Venezuela. De Caracas me fui a Mérida con San Gabriel quien fue una santa mujer, una santa monja, bueno, y después me dijo el Señor: “No, hija, tienes que ir a Roma a conocer al Santo Padre.”

Yo he hecho siempre lo que he sentido que Dios me ha dicho porque he sentido conmigo esa voz interior y no me he equivocado, todo ha salido perfecto, es tan difícil que las cosas salgan bien, que salgan correctas en el preciso momento dado que se den las cosas, todo, todo.

Entonces, yo diría que la vida es tan sencilla y a veces nos la complicamos tanto. ¡No! Obremos con medida, digo yo, con corrección, o sea, no violentos, pensando, dirigiendo bien las cosas como se digiere la comida, sabiendo que tenemos que aunar fuerzas para combatir, por supuesto en todas las cosas que salgan al paso que no son las correctas, con mucha corrección también apartar ese peligro que tengamos o ese alguien que se atraviesa para interrumpir nuestra marcha, pero sí con mucha humildad, con mucha paciencia, con ese temor de Dios.

Ustedes dirán que yo digo mucho: temor de Dios, pero yo temo mucho a Dios y tengo el santo temor de Dios. Cuando tú tienes el santo temor de Dios no eres capaz de hacer una mala acción a nadie, a ninguna persona, no te atreves, no tienes corazón para dañar a nadie ni hacerle una mala acción, ni un gesto, nada que pueda hacer sufrir a esa otra persona.

Entonces, diría que estamos aquí para que el Señor nos dé sus clases en su sacerdocio, en sus hermanas, monjas que han dejado al mundo, lo han dejado todo para seguir al Señor. Es el dolor que me queda que no pude – es lo único – que no pude seguirlo así de cerca en convivencia con las religiosas, pero en verdad me ha dado una familia muy hermosa, muy bonita, un esposo bueno, generoso, compasivo que me ha sabido entender, que me ha sabido sobrellevar también, porque no creas, la vida espiritual trae… a veces uno tiene que estar toda la noche en oración y los maridos se ponen nerviosos. (Risas.) A veces yo tengo que orar porque siento la necesidad, pues, de que el Señor me llama y tengo que completar la Hora y tengo que inmediatamente… tenemos una Capillita en la casa también, gracias a Dios que Él me ha concedido esa gracia tan grande y tengo una Capilla allí ahora.

Entonces, realmente es hermoso, es verdaderamente maravilloso poder discernir lo que Dios quiere de cada uno de nosotros.

(Dirigiéndose al Padre Pedro Marano.)

Dios lo bendiga y lo guarde. Realmente usted es una cabeza inteligente, muy inteligente, muy sabio, muy sencillo y muy bueno. ¡Ay caramba! Bueno, pero tiene su carácter en medio de que es muy suave. Sabe cuando tiene que hacer las cosas y cuando no. Ese es Dios, esos son los caracteres que se necesitan, no porque fulanito le dijo: “Mire, Padre, me parece que esto es así.” No, es usted quien manda, es usted quien tiene las armas en sus manos, las condiciones. Dios lo guarde y lo bendiga. Verdaderamente me parece haberlo conocido toda la vida, que lo hubiera visto otra vez, no sé.

SRA. MARÍA ESPERANZA BIANCHINI (HIJA): Él estuvo en Betania.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Él estuvo en Betania, la cara me parecía que la conocía, pero yo dije: ¿Bueno, será en el periódico? (Risas.) Muy buena persona, muy honesto. Esa es la base, la honestidad.

PADRE PEDRO MARANO: Para Betania… Yo tenía la clavícula quebrada, usted me pasó la mano y no tuve más nada.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: ¿Sí? Qué bien. Alabado sea el Señor, bendito sea el Señor. Fíjate tú, yo sabía que lo había visto y todo, la cara era conocida. Lo que es que es tanta gente, miles de gente, son tantas personas que a veces se me olvidan las caras y se parecen los sacerdotes a veces con los lentes, se parecen todos, figúrate tú, es que es tanta gente que es que estoy perdiendo los papeles, (Risas.) la cabeza ya no me da para tantas cosas. Es mucha gente, demasiadas personas.

Pero qué bella es la vida. ¿Verdad?

Entonces, yo diría, qué bello aquí todo limpio, pulcro, sencillo, bello, todos cabemos apretaditos, pero estamos bien felices. Qué bella es la humildad; la humildad es el puente de cristal que nos conduce al Cielo, la sencillez, la buena voluntad para hacer bien las cosas.

(Buscando con la vista a Norma Varone.)

Te felicito, hija. ¿Dónde estás… la dueña de la casa? (Risas.) Tan bella. Hay mucho calor humano aquí, ustedes han trabajado muy bien, están trabajando muy bien, las felicito. Salvar almas es mi más cara ilusión, almas, almas, que no se pierda ni un alma. Que a fulano le pasó esto, aquello: Dios mío… Salvar almas es mi más cara ilusión, almas, almas, que no se pierda ni un alma. Que a fulano le pasó esto, aquello: Dios mío… Salvar almas, hay que salvar a esa alma, no lo podemos dejar solo. Que pasó un accidente… ¡qué fuerte!, allí estamos siempre presentes por el amor de Dios. Una palabra de consuelo a tiempo, una mirada, eso es tan bello, tan hermoso, tratar de consolar, de calmar a las personas cuando están tristes. Es muy bonito soñar con el cielo, pensando en el cielo.

Cada día que nace, Señor, yo te lo entrego, esta alma te la doy, te la entrego, Señor, sálvalo, ve a ver qué haces con él. Tú sabes lo que tiene que hacer, yo no sé nada, Tú sí lo sabes, pero que viva para que haga algún bien en la Tierra, para que se transforme y para que realmente viva el Evangelio.

Evangelización necesitan estos tiempos, todos tenemos que evangelizar, todos, todos, todos. El Pueblo de Dios tiene que levantarse a hacer hazañas, diría yo, hazañas a como dé lugar, a salvar las almas, no dejarlas perder. Nuestro sacerdocio lo hace, todos, y las hermanas, en fin, pero nosotros, el Pueblo de Dios tiene que levantarse de pie y firme a ayudar, a aliviar las almas para que no se pierdan los jóvenes. Especialmente a la juventud hay que salvarla, es lo más grande que tenemos, son los hombres del mañana, esos hombres tienen que servir a como dé lugar, servir a la causa del “Amaos los unos a los otros”; y salvar los jóvenes a los otros jóvenes, salvarse a como dé lugar. No se puede perder tiempo.

(Dirigiéndose al Sr. Julio de la Cava.)

Yo los invito, verdaderamente usted que tiene ese grupo de jóvenes, de muchachos, a que esté siempre de pie y firme como los soldados, no se puede dormir; se duerme, pero lo que es correcto, no más de la cuenta, (Risas.) despierto para que esos muchachos no se pierdan, para corregirlos en todo, eso sí, no dejarles pasar una. Yo soy un poquito fuerte, inmediatamente hay que corregir, ya, porque si lo dejas para mañana ya no vale. Entonces, viene el abuso y entonces otro, otro, otro sigue, entonces aquel modelo de lo que hizo van a imitar al otro, entonces se pierden las ovejitas; a las ovejitas hay que salvarlas, a la juventud, los jóvenes.

Yo quiero mucho a los jóvenes, yo siempre he estado rodeada de muchos jóvenes, de muchos muchachos, toda la vida, ¿verdad, Geo?, de jóvenes, ¡uy! cantidades. Los quiero mucho a todos: unos se han casado, otros han buscado al sacerdocio, otros han entrado y han salido, no aguantaron, pero después han formado una familia bonita.

Entonces, vamos a comenzar… yo diría que podríamos rezar el santo rosario; eso es lo que me gusta, a mí me gustaría. Diríjalo usted, Padre, el santo rosario, la oración. La oración es el puntal de luz que ilumina al hombre en medio de la oscuridad de la noche. Oración continua, oración; no dormir, no hay tiempo; sí, se duerme un ratico, pero… Yo a veces me duermo, pero me despierto, me he acostumbrado a eso porque no se sabe si alguien está necesitando en ese momento, que está en peligro una persona en el mundo. No se sabe dónde, ni cuándo, ni en qué parte, pero es ese sentir del llamado del Señor.

Y a ustedes las religiosas, las felicito, – eso era lo que yo soñaba. ¡Qué bello! – una vida santa, pura, limpia, pulcra. Es fuerte, el matrimonio es duro, son hermosos los hijos y el esposo, pero es fuerte porque no es lo mismo, no te puedes dedicar con todo al Señor, bueno, yo lo hago, trato de hacerlo, pero las religiosas tienen el campo de acción, de entrega, de paz, de oración; yo oro también, pero no es igual, nunca. De tal manera que ustedes son las consentidas de la Virgen, las consentidas de Jesús; los Padres, los pupilos del Señor.

Esos son el amor grande del Señor… son los sacerdotes. Qué bello es el sacerdocio, qué bellas las religiosas, pensar que pueden dedicarse a la oración, a la meditación, a la penitencia, a la Eucaristía cada día, su campo de acción. Es posible todos los días, pero a veces se me presenta algo como un enfermo o alguien se enferma y no puedo, y yo me quedo tan triste, pero si no lo hago en la mañana, lo hago en la tarde.

Así que yo los invito a la Comunión diaria si es posible, Comunión. El Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo nos conserva sanos de mente, nuestra mente debe estar abierta a la gracia del Espíritu Santo en completo estado de estabilidad espiritual porque eso te da estabilidad, te da fuerza, te da energía, te da fuerza de voluntad para hacer bien las cosas y saber hacer bien las cosas. No las hagamos así de cualquier manera, no, nunca, todo bien concreto, muy recto todo lo que se haga, porque se pierde.

Bueno, entonces, vamos a rezar el rosario, yo quisiera rezar el santo rosario; usted lo dirige. El santo rosario es lo más bello por la Santísima Virgen, es ella, María quien me lo pide.

(Rezo del santo rosario.)

Después de este santo rosario lo que quiero es estar dentro de la Capilla en silencio.

Bueno, yo vine en verdad por la familia, las familias, nuestra familia. Yo diría: Amemos a nuestra familia, es lo más importante… la familia. La familia unida permanece unida en el cielo también, si estamos aquí en la Tierra unidos, estaremos en el cielo también con la oración, con la penitencia, con la Eucaristía, con la meditación, es lo más importante, es lo más grande: Oración, meditación, penitencia y Eucaristía.

La Eucaristía para mí es lo más grande, el banquete del Señor, ese es el banquete que Él nos ofreció con sus discípulos cuando compartió el pan con ellos y lo sigue ofreciendo todos los días en la Santa Misa. La Santa Misa, diría yo, es lo más importante para nosotros, nuestra familia la amamos, la queremos, deseamos lo mejor para esa familia. Para mí, yo les diría: La Santa Misa y la Eucaristía. No se puede ir a la Iglesia, o sea, a la Santa Misa y tú no recibir al Señor; me daría una tristeza grande una persona ir a la Santa Misa y no ser capaz de comulgar. Si no estás bien confesado, busque a un sacerdote si lo hay allí, confiésese y comulgue. No sé, para mí es muy importante la Santa Misa, pero con la Comunión, es el alimento, es la fortaleza, es el Pan de Dios, el Pan de Jesús. ¡Qué alimento que nos dejara Él!, es un legado y todos tenemos derecho a recibirlo, pero para ello necesitamos la confesión.

La confesión es necesaria, yo le diría a los jóvenes que no dejen de confesarse; en la confesión nos absuelven los pecados y si nos dan la absolución de los pecados podemos ir al banquete eucarístico libres de tentaciones, libres de toda tristeza, de todo pecado, libres para recibir al Señor. La Eucaristía para mí es lo más grande, el banquete del Señor, ese es el banquete que Él nos ofreció con sus discípulos cuando compartió el pan con ellos y lo sigue ofreciendo todos los días en la Santa Misa. La Santa Misa, diría yo, es lo más importante para nosotros, nuestra familia la amamos, la queremos, deseamos lo mejor para esa familia. Para mí, yo les diría: La Santa Misa y la Eucaristía. No se puede ir a la Iglesia, o sea, a la Santa Misa y tú no recibir al Señor; me daría una tristeza grande una persona ir a la Santa Misa y no ser capaz de comulgar. Si no estás bien confesado, busque a un sacerdote si lo hay allí, confiésese y comulgue. No sé, para mí es muy importante la Santa Misa, pero con la Comunión, es el alimento, es la fortaleza, es el Pan de Dios, el Pan de Jesús. ¡Qué alimento que nos dejara Él!, es un legado y todos tenemos derecho a recibirlo, pero para ello necesitamos la confesión.

La confesión es necesaria, yo le diría a los jóvenes que no dejen de confesarse; en la confesión nos absuelven los pecados y si nos dan la absolución de los pecados podemos ir al banquete eucarístico libres de tentaciones, libres de toda tristeza, de todo pecado, libres para recibir al Señor.

Cómo me gustaría a mí recibir al Señor todos los días, trato de hacerlo lo más posible, porque la Eucaristía es el alimento del hombre de hoy, de mañana y de siempre, de la mujer y del niño.

De tal manera que allí tenemos resumida la vida de Jesús y allí está el Señor constantemente a nuestro lado alimentándonos con su Cuerpo. Entonces, yo diría, la Eucaristía es la vida nuestra. Para mí es lo más grande, lo más sublime, lo más hermoso recibir al Señor cada día. Yo les digo esto, porque el Señor nos está llamando a gritos a todos, la Eucaristía, y si la familia está unida, mucho más… la Eucaristía.

Yo les hablo de la Eucaristía porque me parece lo más grande posible, lo más grande que existe en el mundo, es el regalo precioso de Jesús cuando nos dio su Cuerpo Santo para alimentarnos en todos los altares del mundo.

Debiéramos todos los católicos, los cristianos de verdad, ir a la Santa Misa cada día si es posible; un ratico nada más, una media hora, una hora ¿qué nos importa a nosotros recibir al Señor? Debería importarnos, es lo más importante en la vida, la Eucaristía es el alimento que lo conserva a uno sano, fuerte, firme, decidido, auténtico y cristiano con una voluntad férrea para hacer bien todas las cosas sin ofender a nadie con la humildad preciosa de los hijos de Dios. Entonces: la Eucaristía.

Me dicen de hablarles a las familias: La familia es la vida del ser humano; y digo la vida del ser humano, porque todos compensamos, todos unidos formamos una gran familia: los matrimonios con sus hijos; los sacerdotes en sus recintos sagrados en oración para salvar al mundo que se pierde; las hermanas religiosas en su santuario, en su iglesia o en su capilla orando por el mundo.

Me parece ver a las religiosas y los sacerdotes todos en oración permanente, seguida, los padres de familia en sus hogares con su familia recogidos en oración y pendientes de ir a la Iglesia para recibir al Señor. Y les hablo de esto porque es muy importante la Eucaristía, es el alimento nuestro, es el pan de cada día, debe ser el pan de cada día, un pan que nos alimenta, que nos fortalece, que nos llena de amor, de humildad, de paciencia con una gran rectitud, una conciencia exacta de los deberes. La Comunión diaria… ese es mi pedido: La Comunión.

Yo les pudiera hablar de muchas cosas, pero ahorita yo siento que Lo más importante en este momento, en este siglo, en este mundo es la Eucaristía; es nuestro alimento, debe ser nuestro alimento diario, no dejar de ir a la Santa Misa, de cumplir con los mandamientos de la Ley de Dios y esforzarnos en llevar una vida más auténtica y cristiana con valores, y esos valores son los valores que Jesús nos dejó de una vida pura, limpia, pulcra que lo dio todo. Dio su vida por salvarnos a nosotros. ¿Qué más le podríamos nosotros dar a Él, sino cumplir con los mandamientos de la Ley de Dios, vivir una vida recta, auténtica, cristiana con la humildad, sin hablar mucho, sin decir muchas cosas, sencillamente con el corazón en la mano, entregándole nuestra vida, nuestro servicio, el bien a nuestros hermanos con la caridad auténtica, cristiana, verdadera?

El Señor no nos quiere que seamos muy talentosos o muy grandiosos, no, nos pide sencillos, nos pide pulcros, limpios, con una conciencia exacta de los deberes que tenemos en la vida. ¿Y cómo debemos cumplirlos las madres de familia? En el hogar, en la casa con los hijos, con el esposo, con la familia dándoles las enseñanzas, enseñándoles la manera de vivir. Hay que aprender a vivir en todos los núcleos donde nos encontramos con sencillez, justos, conscientes, equilibrados, sin mucho ruido, el ruido ensordece, nos pone apáticos.

Este grupo me ha gustado mucho, todo el mundo está en silencio, respetuosos, en sus puestos, por supuesto están los sacerdotes, están las monjitas que nos enseñan a vivir el Evangelio, que nos enseñan a entrar en los recintos sagrados del Señor; nos han enseñado cuando estábamos pequeños el catecismo para que hiciéramos la Primera Comunión; el sacerdote, el padre nuestro, es un padre para nosotros, debemos escucharlos y debemos ser benevolentes, sencillos y saber escuchar.

Yo no tengo muchas cosas que decir, simplemente que se amen las familias, que se soporte uno al otro, que se quieran, que se ajusten a las normas y enseñanzas de nuestra santa madre la Iglesia. Eso es lo más importante vivir el Evangelio, pero saberlo vivir con humildad, con paciencia, con el santo temor de Dios, con la alegría del niño inocente; y siempre digo niño inocente, porque los niños inocentes son lo más puro que existe, lo más hermoso. Es tan sencillo, tan humilde la criatura que no sabe de egoísmo, no sabe de nada de soberbia, de maldad, es una sencilla criatura que está allí en las manos de su madre, de sus padres, de sus seres queridos, por eso pongo siempre al niño inocente porque es lo más puro que existe, lo más sencillo, lo más humilde, lo más generoso, lo más compasivo por eso amo tanto a los niños.

Y les diré, ustedes querrán que yo les diga muchas cosas, no, yo no he venido a descubrir grandes cosas, grandes discursos no, no. Yo he venido simplemente por el amor a mi Madre por llegar hasta las casas para que se sigan amando conservándose puros, buenos de corazón. Son almas buenas y generosas, almas que trabajan, que enseñan, que se distinguen por su caridad. La caridad es lo más hermoso que puede existir; caridad, caridad a manos llenas no importa cómo lleguen ni de dónde vengan lo importante es abrirles el corazón, abrirles las puertas de su casa y obrar con pulcritud, con honestidad, con caridad cristiana.

Cristo vive entre nosotros, no lo vemos, pero sí lo sentimos, Él nos hace sus llamadas, se vale a veces de sus sacerdotes para llamarnos al botón que son los que han estudiado y han dejado al mundo, la vida, todo lo han dejado para consagrarse al Señor con las religiosas que lo han dejado todo también… pueden aconsejarnos.

Yo diría que estamos aquí para que nos enseñen ellos, los amados del Señor, los sacerdotes, las religiosas. Es la base primordial de un ser humano buscar en ellos el consuelo, la esperanza, la ilusión; y digo la esperanza, porque cuando uno está atareado, tiene un sufrimiento, una pena, un quebranto se acerca a la Iglesia, se acerca a los más vecinos que tengamos que son los sacerdotes, que son las religiosas para contarles nuestras cosas a ellos, porque son los que nos absuelven de nuestros pecados, y a las monjas como amigas, contarles nuestras tristezas o angustias que tengamos.

De tal manera, muchachos, jóvenes, cuando tengan alguna pena busquen al sacerdote; busquen a sus monjas, las muchachas, las jóvenes porque en ellas encontraremos una mano que nos guiará, nos defenderá, nos consolará para seguir adelante impulsándonos a los valores morales del hombre de hoy, de la mujer de hoy.

Cuando ustedes lleguen a sus casas piensen que Jesús está esperándolos, Jesús ha entrado a sus casas, a sus hogares, a sus familias y quiere impulsarles a que sigan adelante trabajando honestamente, dignamente estudiando los muchachos, los padres ordenando sus ideas, cómo tienen que hacer si están en momentos difíciles iluminados por la gracia del Espíritu Santo y obrarán luego de una manera en la cual ustedes se van a sorprender. Les digo esto, porque el Señor en este momento está visitando sus casas, sus hogares. Yo no soy nada, una mujer como cualquiera de ustedes, pero sí sé que el Señor Jesús los va a visitar a cada uno en sus hogares, en sus casas para permitirles que ustedes sean una fuente viva de calor humano para ayudar a sus hermanos en una forma u otra, no importa cómo lleguen ni de dónde vengan, lo importante es tenderle las manos, una mirada; una palabra a tiempo puede salvar un alma.

Y me extiendo hacia la caridad; la caridad es la fuente viva de Jesús que diariamente esa agua corre, todos los días, para lavarnos, purificarnos y ayudarnos a caminar mejor.

Entonces, las hermanas… qué hermoso es ser una madre religiosa, una hermana religiosa. Las felicito a ustedes, sigan adelante, firmes, convincentes y con un corazón abierto para todo el que los necesite… una palabra a tiempo. Yo sé que tienen sus cosas que hacer en su convento y no pueden salirse de sus leyes y eso, pero cuando se encuentren a una persona que tiene una tristeza, una angustia y les viene a contar, sepan escucharla, no la dejan, óiganla porque allí usted puede salvar un alma porque hay tanto dolor en el mundo; nos vemos las caras, pero no los corazones y eso les toca a ustedes al servicio del Pueblo de Dios, sea en los hospitales, sea a donde sea, en su misma congregación allí que alguien vaya con un problema, no les digan: “No.” Denle una sonrisa, denle una mirada, denle un apretón de manos.

La gente está necesitada de cariño, de consideración, de afecto, de ternura, de amor. Hay gente que está sufriendo mucho y no tienen adónde ir, no se atreven a ir no los vayan a despreciar o les vayan a hacer una mala acción. Les digo esto porque lo he vivido con muchas personas que han venido a mí, porque no se atreven a ir al sacerdote ni nada porque no saben… – “No, no sé si ese cura me va a…” – No, le digo yo, vaya que allí usted va a encontrar a Jesús, Jesús está en ellos, ellos les van a responder bien, va a salir usted adelante. Porque hay tanta pena, tantos sufrimientos, hay tanto quebranto en la vida que hay que enseñar como Jesús… todas esas flores… porque Él les da la paz, la serenidad, les da la alegría, les da la palabra en su conciencia, en sus conciencias de ellos, les toca el corazón, la mente, para abrir camino a los que vienen detrás que son sus hijos y su familia.

Yo quiero que ustedes sepan una cosa, yo no estoy aquí porque yo quiero venir, no, yo estoy aquí porque me han traído, es el Señor que lo quiso así por alguna razón que está pasando en Argentina, yo no lo sé, debe haber una motivación, no sé qué sea, pero oren mucho, tienen que orar, mucho, mucho últimamente en estos meses, en estos tres meses, oren mucho.

No es que las cosas estén malas, no, pero es necesario orar, orar de seguido, hacer una hora de oración si es posible los sacerdotes, las religiosas y las familias en sus casas los Jueves Eucarísticos. Van a su Misa y se reúnen en la noche con su familia a rezar el santo rosario, porque la mayoría de la gente no lo reza así en familia, son muy pocas familias porque tienen trabajo, que llegan tarde, llegan cansados y se les olvida.

Hay que rezar el rosario diario la familia reunida, unida, conscientes, equilibrados, fuertes, firmes, decididos… comenzar a vivir realmente como se vive un católico, un cristiano verdadero que la familia se reúne, cada uno habla, toma la palabra. Reunirse por lo menos los domingos, reunirse la familia en sus casas y cada uno dice una palabra; la madre o el padre dice: “Habla tú.” Porque tú tienes que saber cómo está ese hijo por dentro, qué es lo que tienes, qué capacidad tiene.

Nosotros lo hemos hecho siempre en mi casa, y ahorita todos los amigos nuestros lo hacen también con sus hijos y todos universitarios, todos, unos se han ido graduando y todo el mundo ha ido muy bien. Eso es una cosa importantísima en la familia… que hablen, que digan los muchachos lo que quieran, porque así tú sabes qué es lo que tienes en la mano, el discernimiento de saber qué cosa vale, cómo está tu hijo. Reunirse, vamos a reunirnos en familia y vamos a trabajar juntos en esta noche, en esta tarde, en este mediodía, a la hora que sea y el padre o la madre: “Habla tú, habla tú, habla tú.” Cada uno va sacando… Así tú sabes qué es lo que tienes tú en la mano, porque los hijos son nuestra vida y esa vida hay que cuidarla, hay que moldearla, hay que suavizarla, hay que acunarla en los brazos al mismo tiempo; no se pueden dejar a la calle así: “Váyanse, hagan lo que quieran.” “Vamos al teatro. Vamos para acá, para allá.”

Éste es un momento muy difícil en el mundo y se pierden las criaturas. Esto se los digo porque quiero concientizar a los muchachos también que no obren por su cuenta, que hagan las cosas bien hechas, siempre de acuerdo con sus padres o sus profesores, sus amigos, que son como sus amigos sus profesores, pero son como amigos con sus madres, con sus padres.

A los más íntimos no les oculten nada, muchachos, no le oculten nada a sus padres porque son los únicos que pueden hacer algo, su papá o su mamá. A veces están fuera de base, no saben adónde ir, porque a mí me llegan muchos muchachos también buscando un refugio o algo porque su mamá y su papá no le escuchan; entonces después yo he hablado con los padres y entonces han comenzado a vivir con el santo rosario en mano los sábados, los domingos, cuando pueden porque muchos están estudiando y no tienen tiempo.

Yo digo, bueno entonces, el domingo, el sábado se reúnen y así van precisándolos, van enseñándoles y se hace más íntimo el amor del padre, del hijo y de la madre. No es que están tan lejos que no le pueden hablar al padre porque: “Cállate la boca, muchacho.” No, no se puede ser así, hay que recogerlos a todos.

Yo siento un gran dolor por los muchachos que se sienten muy solos, que no saben adónde acudir, – son muchas almas así que se me han presentado – eso me ha entristecido mucho de ver que los valores están decayendo cada día. Sin embargo, yo creo que hay un movimiento muy grande de que todos los muchachos y jóvenes encuentren refugio en su familia, en su casa, en su hogar, en su colegio, en donde estudien.

Y les digo también a las madres: Cuiden sus hijos, no los dejen en la calle, no los dejen solos, escúchenlos. Hay que saber escuchar a los muchachos también. Tú a veces: “Déjame quieta, no, estoy ocupada ahorita.” No se puede decir: “Estoy ocupado ahorita.” Hay que decir: “Ven, habla, ¿qué vas a decir?” Saber escuchar, hay que saber escuchar a las personas; no podemos despreciar a nadie, ellos son niños, pero ellos son dignos de oírse. No se sabe qué tenga en mente ese niño, en esa cabeza.

Y les hablo en esta forma porque, no sé, hay muchas fallas en estos momentos en las familias. Hay que recogerse, recoger a los hijos nuestros y reeducarlos, enseñarles lo que significa su familia, su familia que duele, su familia que está contigo, que te quiere, que te ama, que quiere lo mejor para ti. Hablo en esta forma porque es lo que más me toca a mí.

Yo estoy rodeada de muchachos, de muchos jóvenes, cantidades y todo el mundo va con su angustia en el corazón y estamos logrando de que entonces se integren a la familia, porque es que hay unos que andan por su cuenta y no saben dónde ir; se van con un amiguito por aquí, por allá y se pierden, se pierden que no es lo mismo. Entonces, hay una lucha espiritual muy grande en el seno familiar. Hay que darles mucho amor, carácter al mismo tiempo para que obren con rectitud y verdaderamente vivan el Evangelio como tiene que ser.

A todos los padres y madres: Oren mucho, hijos, por sus hijos, oren por sus hijos; hijos, oren por sus padres, encuéntrense y dense las manos, ayúdense mutuamente todos y vivan el Evangelio. Yo he querido verdaderamente hablar en esta forma porque he sentido como una indiferencia entre la juventud y los padres, especialmente aquí, – me perdonan – en otras partes también lo he sentido, pero he sentido así como un vacío, como que el hijo no fuera sincero, no le contara a la madre las cosas o al padre porque tiene miedo.

Si el hijo no viene a uno, uno va al hijo, busca al hijo, lo agarra, lo toma. Insisto sobre de esto para que no se pierdan porque entonces van a buscar ese consuelo afuera, van a buscar la palabra afuera. Si tienen a sus padres, a sus padres les corresponde salvarlos a como dé lugar. Y ustedes se van a recordar de mí, de porqué estoy hablando en esta forma.

He querido hablar cosas muy bonitas y muy bellas que hay que hacer, que hay que decir, pero no sé me he concretado a esto, tiene que ser por algo muy fuerte.

(Refriéndose al Padre Ignacio Racedo.)

Su labor, Padre, es muy bella también con muchos muchachos, muchos jóvenes, muchas muchachas, muy bien, muy buenas. Yo quedé encantada, de verdad, cuando fui a su Parroquia porque vi mucha unión, mucha fuerza espiritual, mucha gracia, aún con la desesperación que tenían algunas madres, algunas cosas, algunas familias, pero realmente hubo problemas graves allá también, pero había amor, había caridad humana, había buena voluntad.

Aquí estamos en una familia muy bonita, un hogar que ama y siente a la Virgen, ama y siente a su Iglesia, ama y siente a sus amigos, a sus seres queridos; y a sus amigos buena voluntad para hacer bien las cosas. Los felicito y que Dios derrame todas sus bendiciones sobre de ustedes, especialmente en esta noche por el Padre, (Dirigiéndose al Padre Pedro Marano.) usted también, pero él que ha sido el instrumento del Señor para rezar este rosario tan bello, tan bien hecho y con carácter – así es que tiene que ser – y a la vez es humilde.

Gracias, Padre, por ese rosario que nos ha enseñado, fue un rosario dicho con mucho amor y con un corazón abierto a la gracia, con mucha humildad, con sencillez, con amor verdadero. Gracias de su presencia, quiero que siga bien de salud, fuerte, firme y robusto porque usted tiene una capacidad muy grande, Dios lo guarde, muy intelectual, muy inteligente, y muy firme en sus convicciones y apreta’o. (Risas.) Digo apretado porque es fuerte, muy bueno, así es que tiene que ser, sino no estaría aquí.

Usted, Padre, también gracias que vino, usted ha sido como un ángel para ayudarnos a todos a crecer en estos días, por lo menos de mi parte.

Gracias a ustedes, hermanas, cumpliendo a cabalidad con el testimonio de que Jesús convive entre vosotras, que Jesús las inspira, las lleva adonde tienen que ir llevando la Palabra del Señor y salvando almitas, curando a los enfermos, a los tristes, a los desvalidos. Qué hermosa misión, con ternura, con humildad, con paciencia.

Ojalá, Señor, ojalá que verdaderamente el mundo se salvara con todas estas almas santas que Tú has escogido para tu gran jardín, que se salve el hombre, que se salve la humanidad, que terminen las guerras.

Las depresiones de estos momentos son graves, la gente vive con depresiones, que no vengan depresiones; personas que están enfermas en cama por el dolor, por las penas, por el quebranto, por las angustias. Es un momento difícil en el mundo, por eso tenemos que orar por toda la humanidad, por nuestros hermanos de camino, los que encontremos en el camino.

Le doy las gracias a las muchachas de este hogar, de esta familia, de esta casa porque en verdad me ha hecho mucho bien verlos a todos rodeados del cariño de sus amigos, de sus seres queridos y con la buena voluntad de haberse reunido con sus flores tan bellas, con la Virgen Santísima allí, la Inmaculada llevando esta familia grande, porque somos una gran familia los que estamos aquí, la familia de Dios para un convite amoroso donde se habla de paz, de amor, de unidad, donde se ven y donde se seguirán reuniendo siempre, siempre para rezar el rosario, para animarse uno al otro en convite amoroso por el amor de Dios.

Gracias a todos.

(Aplausos.)

PADRE PEDRO MARANO: El Santo Padre en su carta apostólica en preparación al año 2000 ha hablado y dicho con certeza, dijo: “Dios va a dar en este año 2000 gracias peculiares a la Iglesia y a todo el mundo.” ¿Cuáles podrían ser las gracias?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Especialmente las gracias de la humildad, del don del entendimiento, de la generosidad, del amor, de la convivencia, saber convivir – la convivencia es difícil, hay que saber convivir – y las gracias para el Pueblo de Dios, para las familias, los seres humanos todos renovados por una motivación muy grande que va a pasar, por algo que vamos a ver incontrolable a los ojos para mirar, para sentir, para poder visualizar lo qué Él quiere que veamos.

El Santo Padre es un santo de verdad en la Tierra. yo lo quiero mucho, todos lo queremos, lo amamos. Él es luz del mundo, luz del mundo es él, luz del mundo porque está dando luz a todos los hombres de la Tierra, se ha movilizado de un lugar a otro para llevar la Palabra de Dios, el conocimiento de la verdad, del amor, de la humildad, de la paciencia, del santo temor de Dios, la está llevando a todo el mundo, nos ha llevado a todos en su corazón y él vive verdaderamente el Evangelio como Cristo lo vivió, él es un santo varón, el santo de los santos de estos tiempos.

Eso que usted dice, en verdad, vamos a ver una gran luz muy pronto, una gran luz en el horizonte, la luz del conocimiento de Dios, la luz de la verdad, del amor. El hombre va a tener un gran cambio. Dios le conserve la vida a Juan Pablo II, yo no quiero que muera, pero en el momento en que llegue, eso va a ser como una luz para el mundo, en el momento en que cierre los ojos eso va a ser así como una repercusión en el mundo muy grande porque él nos ha traído la gran verdad del Evangelio vivido porque él sí lo ha vivido y hace vivirlo, nos lo ha hecho vivir a muchas familias, a mucha gente, ha convertido a millares de personas y su vida contiene la espiritualidad renovada que renueva la faces de la Tierra, que renueva los corazones, que aquilata la fe a multitudes, que nos da el conocimiento, con solamente él mover los labios ya nosotros sabemos que es el salvador de estos tiempos.

Él es el salvador de estos tiempos – Jesús por supuesto – pero él es el instrumento que Dios escogió en estos tiempos para salvar a multitudes. Él está salvando al mundo con su palabra, con sus sufrimientos tan grandes, con su vida tan libre y pura, con su corazón abierto para todos, con su aliento maravilloso, diría aliento divino de Dios en él.

Jesús le ha transmitido todo el amor posible para salvar esta era, porque ha podido venir una guerra, y las guerras se detuvieron, se han detenido, habrá guerrillas por allí, pero no se han atrevido todavía, sin embargo hay momentos que se presentarán cruciales, pero todo pasará. Hay que pedir mucho por la China, por el Japón, por el Oriente… mucho, mucho hay que pedir por el Oriente porque allí yo veo, no sé, siento que es peligroso, hay un momento muy difícil que se presenta, pero yo digo que para eso está la oración.

La oración es el puntal de luz que ilumina al hombre en medio de la oscuridad de la noche, ya lo he dicho, es la segunda vez que lo digo y con la oración podremos hacer mucho todos unidos en oración continua, con buenas obras, con un corazón abierto a la gracia para todos y con la decisión de ser mejores en la vida, más humildes, más pacientes, más dotados de gracias y facultades espirituales. Y digo esto, porque el Señor tiene sus dones, y los da y los reparte a quien quiere, a quien verdaderamente lo merece y Él nos da a todos para todos; para Él todos sus hijos son iguales y Él los ama a todos por igual porque son hijos suyos.

Lo felicito, Padre, usted es un gran maestro. Que Dios lo bendiga y lo guarde. Usted nació para educar, para sanear todas las cosas que no estén bien hechas, para reavivar la fe en los corazones. Lo felicito, que Dios lo bendiga y los guarde. Y la humildad es la base principal de todo ello, por eso yo digo siempre y lo vuelvo a repetir: La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo, sin humildad no hay nada que hacer, con la humildad lo ganamos todo, absolutamente todo.

Humildad es lo que les recomiendo a todos. No es la humildad de vestirse de harapos, no; es la humildad espontánea y natural, esa que brota del corazón, que están dispuestos para todo, que no somos egoístas, que no somos duros, fuertes. Tenemos que ser muy suaves y saber vivir, acostumbrarnos a todo lo que venga porque la vida es así. Hay de todo, se encuentra de todo, pero hay cosas buenas también… malos y buenos, pero más buenos que malos. Jesús nos quiere buenos, conscientes, equilibrados, sanos de mente y de corazón.

Que Dios los guarde, gracias.

(Aplausos.)

(Dirigiéndose al Sr. Julio de la Cava.)

El Señor nos pide para todo ello. Yo sé que ustedes oran, pero tienen que orar más con el canto de los niños, de los jóvenes; el canto alegra el corazón y realmente se siente la alegría del niño inocente. ¿Tú tienes niños también, niños y jóvenes?

  1. JULIO DE LA CAVA: Doscientos cincuenta niños.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Ay bueno, qué belleza, Dios te guarde, estás haciendo una buena obra.

  1. JULIO DE LA CAVA: En una villa de emergencia.

SRA. NORMA DE VARONE: En un barrio muy pobre de acá, de Buenos Aires.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Pero no te va a faltar, recuerda lo que te estoy diciendo hoy, el Señor te va a mirar con ojos de misericordia porque tú estás dando lo mejor de ti para ellos, para ayudarlos a caminar mejor e ir por el camino del bien, de las virtudes cristianas, y eso es lo que se necesita: Vivir el Evangelio.

Evangelización necesitamos en estos tiempos, la evangelización ante todo, la educación para los niños; y especialmente tienes que tener mucho cuidado ahorita, en este momento, en estos días porque a veces estamos rodeados… nosotros no lo vemos, quizás no lo veamos, pero ahorita tú estás cercado – perdóname que te lo diga –. Un momento difícil, pero yo digo: La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo.

Con tu humildad puedes desmontar a un soberbio, a un crítico, a una gente que te está haciendo daño y puedes detener con tu humildad, con la oración especialmente, oración: el santo rosario diario con tus muchachos, si es posible los 15 misterios diarios, los 15 misterios: los dolorosos, los gozosos, los gloriosos.

Oración, hijo, aquí no hay más nada que hacer; ya Dios levantará las alma que tienen que ayudarte, pero eso sí, con mucha humildad, con mucha paciencia, con mucho temor de Dios, con un gran espíritu de soportación, con mucha humildad, humildad, humildad y siempre humildad. Ofrécete a Dios:

   Señor, aquí estoy, tengo estos niños, ¿qué voy a hacer?, ¿qué voy a hacer, Señor? Tú eres Dios y Dios lo puede todo, yo soy un pobre hombre, ¿qué hago?, pero un pobre hombre que te ama, que quiere a los niños salvar, darles un hogar, una casa, pero ve a ver lo que estoy pidiendo. Ven, Jesús, apura el paso, ven a mi casa; despeja mi mente, mi corazón. Que yo encuentre la persona que me tienda la mano o muchas personas, no sé, lo que Tú quieras, Señor. Yo quiero hacer lo que Tú quieres que yo haga, yo no voy a hacer lo que Tú no quieres que yo haga; y estoy haciendo esto porque lo sentí, creía que era lo mejor que podía hacer. Entonces, Señor, mírame con compasión; me siento solo, triste, abatido muchas veces, pero con la esperanza de que estas criaturas obtengan lo que necesitan y Tú me lo vas a dar, Señor, desde hoy en adelante si Dios quiere.

Ya.

  1. JULIO DE LA CAVA: Muchas gracias.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Silencio porque cuando nos lamentamos mucho es malo, cuando nos quejamos es malo; al Señor no le gusta. No sé si me entiendas. Tenemos que conservar más… llevar eso por dentro, claro movilizarse, pero de una forma muy velada, muy equilibrada, nada que sea que tú vayas a causar angustia a nadie – no sé si me entiendas – o que te vayan a hacer una mala acción, te vayan a sacar el cuerpo. No sé si me entiendas, hijo. Pero te vas a sentir mejor, te vas a sentir acompañado, protegido. No te ha faltado, en medio de todo, no te ha faltado.

  1. JULIO DE LA CAVA: No.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Y no te va a faltar, siempre y cuando tú lo estés haciendo con bastante amor para educar a esas criaturas que no tienen madre, que no tienen familia, Dios no te va a faltar, Dios te va a ayudar, va a sanear todo eso, todo, todo, todo eso que te rodea, va a sanear todo ese ambiente. Estamos saneando ahorita. Cuídate, cuida tu salud, cuídate tus espaldas. No te expongas tampoco y aunque te digan lo que sea tú… silencio, no podemos gritar en medio de la calle porque entonces nos caen encima a palo; perdóname esta expresión. ¿Me entendiste lo que te quiero significar?

Dios te va a ayudar de la manera improvisada, increíble que tú mismo te vas a sorprender, pero cuídate tu salud; mira, porque me siento que me falta el aire a veces.

  1. JULIO DE LA CAVA: Así me siento.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Es que siento inmediatamente lo que tiene la persona, me arde la garganta también. En estos días te has sentido muy mal. Tú estás luchando con mucha depresión.

  1. JULIO DE LA CAVA: Norma lo sabe, hace un año.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sí, pero desde este momento vas a recibir… Yo no soy nada, soy una pobre mujer como cualquier otra, pero el Señor – me da hasta vergüenza decirlo – pero el Señor me escucha. No hay cosa que yo no le haya pedido que me haya hecho quedar mal, nunca, siempre me ayuda y ahorita estoy pidiendo por ti, yo sé que te va a ayudar. Tú tienes mucha oración, también tienes muchas almas que te quieren y rezan por ti, pero en este momento la divina providencia se va a acercar, no sé cómo. La divina providencia te la pongo en la mano. Pon así, (La Sra. María Esperanza hace el gesto de abrir la mano.) cierra ahora. Ya. No soy nada, pero se puede servir en pequeñas cosas, en pequeña escala, poco a poco, hijo, porque esos niños no pueden sufrir tampoco y tú tampoco puedes sufrir lo que estás sufriendo ahorita en este momento y además el pecho lo siento que me falta el aire.

  1. JULIO DE LA CAVA: Mucho cansancio por todas las cosas que viven los chicos y lo siento…

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Pero Dios te va a dar la fortaleza y te va a dar una ayuda también, tú necesitas a alguien que te ayude. Te van a ayudar, no te preocupes, no te ha faltado la misericordia de Dios, no te ha faltado. Tienes que darle gracias al Señor.

  1. JULIO DE LA CAVA: Todos los días.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Es difícil levantar una obra, es muy difícil y eso es a fuerza de sufrimientos, de sacrificios, de dolor, de llanto, pero con la oración, continuamente la oración y la Comunión diaria. Así sea donde sea tienes que ir a la Santa Misa. La Comunión es lo más grande, hijo, Santa Misa, Comunión y el santo rosario si es posible los 15 misterios todos los días, eso en un momentico lo haces: haces uno primero, otro después y el otro, los 3.

Y cuídate, cuida tu salud y cuídate de una persona que está por allí cerca. ¿Entendiste? No te expongas, silencio, ni que te digan… ni que comentes… nada, nada, nada, usted no tiene respuesta para esas cosas porque si usted está con la Virgen Santísima, está con el Señor no puede estar con los demonios escuchando esas cosas malas, no se puede escuchar que te vengan a decir, nada de habladurías, nada de eso, no aceptes conversaciones que te aturdan, no, nada, ni diga nada. Usted desde este momento entra en silencio y usted verá que la misericordia de Dios le va a llegar, no le va a faltar.

Eso es de esperarse, en todas las obras pasa eso, conozco mucha gente que han estado envueltas en estas cosas y es fuerte, pero la providencia no les ha faltado y a ti no te va a faltar. Desde hoy tu vida va a cambiar, tú vas a notar un cambio, una ilusión por vivir la vida porque tú has estado demasiado palo abajo, vulgarmente. Últimamente has estado mal, has estado decepcionado, desencantado y rabioso; perdóname que te lo diga

  1. JULIO DE LA CAVA: Exactamente.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: No, no, no se puede estar rabioso, no se puede estar bravo, no se puede estar contra la gente, no. Dios sabe lo que hace y por qué lo hace.

  1. JULIO DE LA CAVA: Son las injusticias a veces que a uno…

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sí, yo sé que hay injusticias, que en la vida hay pura injusticia, me lo dices a mí, mucha injusticia hay, pero eso no importa, lo único que tenemos es que clamar a Dios: Señor, Señor, aquí estoy, soy tu hijo y quiero obedecer tus Leyes, seguir tus consejos, Señor, ilumíname.

Y el Señor te va a escuchar, te va a ayudar, te va a socorrer porque es triste que te dé una pulmonía o te dé una cosa de golpe, un ataque al corazón y queden esas criaturas solas así. Necesitas a alguien, pero alguien que te ayude de verdad, pero no digamos de dinero; perdóname que te diga esto, sino para trabajar, para ayudarte con la carga, para ayudarte con los niños en la educación. La base está en la educación, cultura, aprendizaje, esa es la base, buenas costumbres. Cuando estén así… no, no, no; derechos, corrigiéndolos, pero con suavidad también, con ternura.

Ya ustedes van a tener, mis hijos, no van a estar más pasando trabajo, el Señor no les va a faltar; no les ha faltado. Si tú te pones a ver no les ha faltado porque a mucha gente le falta; a ti no te ha faltado.

  1. JULIO DE LA CAVA: No, nunca.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Tienes que darle gracias a Dios porque has podido. A esas pobres criaturas tener que botarlas o entregarlas a una gente porque no hubieras podido.

  1. JULIO DE LA CAVA: Nosotros damos gracias por eso todos los días.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Todos los días den las gracias, hijo, y no te va a faltar. No te angusties, el Señor sabe lo que hace y por qué lo hace y todo llega a su debido tiempo, de hoy en adelante se abren las puertas de la divina misericordia de tu vida si Dios quiere y así será. Dale gracias al Señor.

Ay, ahorita, no sé por qué estoy así y veo una anciana que se está muriendo, no sé quién será, una ancianita. ¿Quién sabe quién será? Bueno, que Dios le dé la luz, el descanso y el alivio de su alma. Pero así perfecta.

Tranquilo, hijo, te vas a sentir contento, alegre y feliz; tú hace tiempo que no estás alegre, has estado muy triste últimamente.

  1. JULIO DE LA CAVA: Sí, trato de pelearla todos los días, de llevar, de estar bien.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Y tienes que estar bien.

  1. JULIO DE LA CAVA: Y estoy bien.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI:

   Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío, Amado mío, porque creo en vuestro amor para conmigo.

   Dulce Corazón de María, sed la salvación mía y la de todos los míos.

Pídeles así:

   Corazones de Jesús y de María en un solo Corazón, tened compasión y misericordia de este corazón y alivia la pena mía que tengo.

Diles así. Te vas a sentir mejor, es que tienes otra cara, nuevo, renovado, derecho, firme como un soldado.

Para verle la cara a los niños. ¿Los que trajiste hoy?

  1. JULIO DE LA CAVA: Ellos trabajan todos, le hacen la leche y le sirven la mesa a otros chicos.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Qué cosa tan grande, Dios los bendiga, hijos, sean muy buenos, sean generosos, sean compasivos con sus hermanos de camino que son los amigos que llegan con mucha humildad, con mucha paciencia, con mucho temor de Dios, sin ofender al Señor, especialmente un gran espíritu de soportación… la soportación. Tenemos que soportar para que nos soporten a nosotros, que nos soporten.

¿Tú, cómo te sientes?

UNA DE LAS NIÑAS: Ahora, un poco nerviosa.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Está muy nerviosa de unos días para acá. No ahorita, de unos días para acá viene nerviosa.

  1. JULIO DE LA CAVA: Está pasando por un momento difícil.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Está pasando por un momento difícil, muy difícil. Dios te va a ayudar, hija, no temas. Tú eres muy buena persona, muy buena, muy bella y muy bonita también. Dios la bendiga, la cuide. Mírame a los ojos, ven. ¿Y tu familia? (Sin obtener una respuesta.) Tu familia es la Virgen María, son ellos que están allí, (Refiriéndose a su grupo.) pero la Virgen está contigo y espero que nos volvamos a ver muy pronto, si Dios quiere y la Virgen que ustedes vayan a Betania y que todos reciban la luz del conocimiento divino.

La luz del conocimiento divino es algo muy hermoso, muy grande… la luz del conocimiento divino. El Señor da la luz, da el conocimiento divino, el Espíritu Santo, para que así vivamos una vida auténtica cristiana, una vida serena, una vida en la cual nosotros aprovechemos el tiempo en servir y no ser servidos, dar y dar, y no cansarnos de que nos pidan una palabra, una acción, un consejo. Siempre dar, y dar, y dar, y dar porque dándonos el Señor nos da a nosotros también la luz de la verdad, del conocimiento divino y de la esperanza de un mañana mejor, y esas esperanzas de un mañana mejor son las condiciones de que el Pueblo de Dios salga de sus debilidades, o sea, que el Pueblo de Dios salga de sus debilidades completamente porque es escogido como Pueblo de Dios.

Somos todos escogidos del Pueblo de Dios y ese pueblo necesita vivir el Evangelio, encontrarse a sí mismo, dar valor al que no lo tiene, consuelo al que lo necesite, esperanza al que está triste, al que está esperando una esperanza, pero que no llega esa esperanza, entonces llega la Palabra de Dios de la esperanza, del consuelo, de la alegría, del poder sentir que el Señor convive con él.

Porque el Señor convive entre nosotros definitivamente es así; no lo vemos, pero sí sentimos cuando está cerca de nosotros. Nos motiva, nos enseña, nos libera, nos da el equilibrio necesario. A veces estamos nerviosos y cometemos tonterías; no, no debemos cometer esas tonterías ni decir cosas que no son la realidad, debemos vivir verdaderamente como hijos de Dios, los hijos de Dios no mienten, no dicen mentira, no engañan, no voltean, no se sacuden o no sacuden a las personas para ponerlas tristes. Los hijos de Dios tienen que vivir una vida honesta, digna, llena de paz, de serenidad, de alegría continua, la alegría del niño inocente – lo vuelvo a repetir: el niño inocente – porque en el niño está Dios, en la inocencia está el Señor, está en la juventud, está en los jóvenes, está en los niños, está en las buenas personas.

Entonces, yo diría, esta noche estamos aquí para aprender; y digo aprender, porque todos tenemos que aprender a vivir, saber encontrarnos con los hermanos, no que tú sabes más, que el otro sabe menos, no, no, no. Todos somos iguales, todos tenemos capacidad: Tú tienes tus cosas bonitas, el otro las tiene, el otro, el otro, todos las tenemos, comparaciones no. Cada persona tiene su personalidad y es justa.

Entonces, yo diría que estamos aquí para servirnos unos a los otros: una mirada, un apretón de manos, un beso en la frente, una despedida lógica de confianza, de esperanza, de ilusión, de ternura. Todos los días tenemos que aprender algo más y ese aprendizaje nos sirve para el mañana. ¿Cuánto iremos a vivir? No se sabe, pero sirve, sirve en continuación porque nos alegra el corazón y nos da la esperanza de vivir el Evangelio si sabemos sobrellevar las cosas y entender a los hermanos. No importa que te crean o no te crean, no importa que digan lo que quieran; lo importante es que tú sabes que estás obrando con honestidad y es la honestidad lo que quiere Dios, es la verdad; no la mentira ni el engaño. Dios quiere la verdad, nos quiere sanos, nos quiere útiles a los hermanos; todos servimos, aquí servimos todos. Orar por nuestros hermanos, orar por los niños, por las familias.

Vinimos para aprender, todos los días tenemos que aprender un poquito más, todos necesitamos aprender, no importa las debilidades, las flaquezas de los hombres, de las criaturas; lo importante es saber mejorar nuestra calidad humana como sea y ese como sea es viviendo el Evangelio, porque el Evangelio enseña a vivir y a donarse en continuación. No importa que te crean o no te crean; lo importante es dar, y dar, y dar y no cansarte de dar lo mejor que tú tengas, la buena voluntad para hacer bien las cosas y la buena voluntad para amar y sentir que aquella persona que está a tu lado es como tu hermano, como tu amigo, como un ser de Dios que llega a tu lado para compartir contigo aquellos momentos como estamos aquí todos.

Yo les agradezco la invitación a las muchachas, que Dios les pague, verdaderamente ésta es una enseñanza muy grande, una enseñanza porque todos los días tenemos que aprender un poquito más a convivir con las personas, a mirarnos a los ojos, a vernos cómo estamos cada uno. Nosotros así nos vemos por dentro y sabemos cómo estamos, qué calidad, qué podemos aportar a los demás porque tenemos que estar siempre aportando: una palabra a tiempo, una mirada, un apretón de manos. Todo ello reafirma la fe y la confianza de los seres humanos y determina que verdaderamente Dios está con todos nosotros, con toda la humanidad: con los ricos, con los pobres, con los feos, con los bonitos, con todos.

El Señor convive entre nosotros, y lo digo de la manera más natural, porque Él se hace sentir en cada corazón; quizás en algunos corazones no entra porque hay un poquito todavía de temor o de… no de soberbia, diría yo, no, sino que no le ha llegado el momento de poder compartir estas cosas, pero sí con el tiempo, con los días se sumergirán en las aguas del Jordán para darse un baño espiritual que los renovará para siempre.

Los llevé al Jordán. (Risas.) Ay, qué ganas de reír, no, verdad me sentí en el Lago de Tiberiades, allá y en el río, en el río Jordán.

Miren, les voy a decir una cosa, muchas gracias, muchachas.

SRA. NORMA DE VARONE: Ay, muchas gracias a usted.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo.

Ustedes son humildes, generosas, compasivas y muy buenas. Dios les pague. Esto ha sido una gran enseñanza esta noche, todos aprendimos, ustedes también. No podemos juzgar a nadie, cada uno es como es, tenemos que tener mucha humildad, mucha paciencia, mucho temor de Dios, mucho amor, y la esperanza de vivir el Evangelio – que todo el mundo viva el Evangelio de ahora en adelante –. Y también seguir haciendo su bien, hijas, visitando a los enfermos a los hospitales, eso es muy generoso; las personas que están enfermas hay que visitarlas en los hospitales, en donde se les necesite dar una palabra de consuelo; los viernes darle a una persona pobre, darle una cosa para que remedie su necesidad, todos los viernes se hace el bien, se debe hacer el bien; los Jueves Eucarísticos ocuparnos de la Eucaristía, de ir a la Santa Misa, de comulgar; los sábados y los domingos también ir a la Santa Misa, no les voy a pedir toda la semana porque no lo van a hacer. (Risas.) Pero sí esos días: el Jueves Eucarístico es muy hermoso, el viernes al Corazón de Jesús, los domingos a Jesús, todos vamos a la Santa Misa ese día.

Y les voy a decir otra cosa: Yo me voy, nos vamos, pues para Caracas, pero les dejo mi corazón en parte aquí, sinceramente porque ustedes son muy generosas y muy buenas muchachas y yo veo que hay conciencia y rectitud y eso es lo que vale, conciencia y rectitud. Cuando tengamos una conciencia exacta de nuestros deberes y cuando tenemos un corazón abierto a la gracia allí va el Señor, llega el Señor, toca el Señor y yo creo que los ha tocado a todos o los va a tocar, sino los ha tocado, los va a tocar en estos días, en cualquier momento porque todos nos necesitamos.

Por eso yo oro por todas las personas, porque nos necesitamos todos; unos servimos para una cosa, otros sirven para otra, pero servimos y es servicio, servicio general para todo el mundo, no importa cómo vengan ni de dónde lleguen lo importante es abrirles el corazón, abrirles sus casas, abrir lo que podamos para hacer el bien: una palabra a tiempo; una mirada de consuelo, de esperanza; un apretón de manos… dar, y dar, y dar y no cansarnos de dar una palabra que hace mucha falta a veces.

Porque la gente está como sola, la gente está como triste, unos no lo necesitan, pero hay otros que sí necesitan una palabra de consuelo, de esperanza. Lo que pasa es que la gente esconde sus cosas y no quiere que lo sepa nadie, bueno, casi todos somos así, de verdad, pero tenemos que pensar que en la unión está la fuerza, y que esa fuerza viene de Dios, y que nosotros somos sus hijos y esos hijos tenemos que aprender a vivir y a sobrellevar nuestras cargas con criterio, con amor, con docilidad humana y no arrepentirnos del bien que podamos hacer… tampoco que no te quieran, no importa que no te quieran lo importante es tú querer y amar, amar por Dios, sentir que Dios está contigo y que Él no te deja solo ni te abandona, está allí solo, solito contigo, está contigo en nuestro corazón, en nuestras almas, en nuestras vidas, en nuestros pensamientos.

Entonces, hermanos míos, hijos míos, diría así: Los invito a la oración, a la meditación, a la penitencia, a la Eucaristía. Son cuatro cosas hermosísimas de la Iglesia lo que yo amo intensamente que son: la oración, la meditación, la penitencia los viernes, la Eucaristía todos los días si es posible. La Eucaristía es mi alimento, sin la Eucaristía yo no podría vivir, no porque me la eche de muy santa, de ninguna manera, ni de muy mística, no, no, no, no de ninguna manera. Yo soy una mujer corriente como cualquiera otra de ustedes que ha pasado por todas las cosas de la vida, que ha andado un mundo, mundo, mundo y conoce a las personas.

Yo las admiro, valen mucho ustedes y Dios las está premiando y las van a premiar más, todavía más porque cuando se da, se tiene derecho a recibir. Ustedes han dado hoy su buena voluntad en recibirnos, su cariño, su comprensión, su estabilidad espiritual y su amor. Dios te bendiga, Dios los bendiga a todos  y Dios bendiga a todo este grupo de personas que ha venido. Quizás pensaban que se iban a encontrar con una señora, a lo mejor, ay, que me adivina el porvenir. No, no, yo no adivino el porvenir. (Risas.) Yo oro, voy a la Santa Misa a cumplir con el Señor y así cumpliendo cumplo con todos ustedes porque yo los pongo ante el altar del Señor, le digo:

   Jesús, aquí te entrego todas estas almitas para que Tú hagas con ellas lo mejor que puedas, para que las bendigas y protejas sus familiares, sus amigos, sus seres queridos y para que ellos salgan adelante. Los muchachos para que estudien, vayan a su universidad y hagan su carrera; los niños de colegio para que se porten bien y salgan bien en sus exámenes; los adultos, en sus trabajos, en sus fuentes de trabajo, les vaya bien en su trabajo y logren sus cosas que quieran; y las mujeres que trabajan también; todos, o sea, un conjunto de vidas al servicio de Dios y al servicio de los hermanos, de quienes los necesiten.

Todos nos necesitamos. Tú tienes algo que quizás yo no tenga, quizás ella tenga otra cosa que yo no tengo ni el otro tiene, pero todos tenemos un don, una gracia, tenemos una mente abierta a la gracia del Espíritu Santo y esa gracia obra en nosotros según nos comportemos. Si nos comportamos bien, tenemos fe y confianza en el Señor, el Señor se hará sentir en las mínimas cosas de la familia, en las motivaciones, en los detalles, nos da a entender lo que quiere de nosotros sin decir: “Dame” o “Haz esto.” No, no, es algo que se siente, que se lleva dentro, que sentimos que Él está presente, que está vivo, que está viviendo entre nosotros, que convive con nosotros de la manera más natural.

Y ustedes dirán: “¿Pero tan fácil así?” Sí, es fácil porque Dios lo puede todo. ¿Qué es lo que no puede Dios? Lo puede todo: nos puede ayudar, nos puede proteger, nos puede consolar y nos puede dar todo lo que Él desea siempre y cuando, eso sí, nosotros seamos honestos.

La honestidad… lo más grande es la honestidad. Seamos honestos en nuestras apreciaciones, en nuestras cosas de la vida porque allí es que está la vida del hombre en la honestidad, honestidad, honestidad. Es lo más grande del hombre porque si tú eres honesto Dios se ocupa de todas tus cosas, se ocupa de uno, no nos deja de la mano solos, nos convierte en sus pequeños pupilos para ayudarnos a caminar mejor por el sendero de la luz y del conocimiento divino.

Gracias a todos ustedes. Buenas noches. Que Dios los bendiga. Gracias, muchachas, gracias a todas.

(Aplausos.)

SRA. NORMA DE VARONE: Y yo le doy las gracias a la Sra. María Esperanza en nombre de todos los que vinieron, le doy muchísimas gracias por haber venido, a Dios principalmente por haber inspirado en su corazón el tener que venir a la Argentina, sé que no se mueve si Dios no se lo dice en el corazón; y gracias a todos los que la acompañaron desde Venezuela porque es un viaje largo, costoso y tienen que dejar sus cosas, pero eso lo hacen por acompañarla a usted en esta misión; les quería agradecer a los sacerdotes que vinieron amablemente porque ellos están muy ocupados, tienen muchas cosas que hacer por las almas y se hicieron un ratito para venir; a las monjitas, bueno, que ya se tuvieron que ir, pero también que tan amablemente vinieron a compartir este ratito con nosotros; y a todos los que están acá que son todos familias conocidas, algunos con sus hijos que entraron, salieron, subieron, bajaron, pero bueno, todos estuvieron compartiendo este rato y rezamos ese rosario tan lindo que dirigió el sacerdote; así que gracias.

No se vayan que ahora viene la comida y que cante la Coral, por favor y después los invito a tomarse un vasito de vino y empanadas.

Gracias.

(Aplausos.)

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sin humildad no podemos hacer nada, con humildad lo logramos todo, de tal manera que pensemos en esa palabra: humildad. Cuando tengamos algo que hacer pensemos primero: humildad. No nos vamos a envalentonar de que consigamos esto, consigamos lo otro, no, siempre con sencillez y con humildad. La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo; y hablo de la humildad, porque a la mayoría de las personas les gusta poco la humildad, no es que a mí me guste que sea un encanto, no, porque a veces cuando se extralimitan las cosas es malo; no podemos hacernos de santos, de místicos enteramente así como santicos, no.

Dios nos quiere normales, nos quiere conscientes, equilibrados con nuestras cualidades y defectos.

Entonces, yo diría, vamos a pensar en nuestras familias, en nuestros hogares, en nuestros seres queridos, en nuestros enfermos, en todos los seres que amamos para que el Señor de arriba nos dé la bendición y nos unja con su gracia, que seamos dignos de Él.

En el Nombre de mi Padre, Yo los bendigo, hijos míos;

en el nombre de mi Madre, Yo los curo del cuerpo y del alma

y los guardo aquí en mi Corazón desde hoy, les guardaré,

les guardaré, les guardaré aquí en mi Corazón, desde hoy y para siempre.

Sus hogares, sus casas, sus familias, a los enfermos, a los tristes, a todos. La humildad, dije ahorita, es el puente de cristal que nos conduce al cielo, si somos humildes y recibimos las cosas con amor, con docilidad nos permite disfrutar de la gloria del Señor, de la esperanza, de la ilusión que tenemos de que todas nuestras cosas se realicen de acuerdo a la voluntad de Dios: nuestros deseos, nuestras ambiciones, lo que tengamos por delante se realice. ¿Por qué? Porque estamos pensando que la sencillez es lo mejor, recibir las cosas con mucha sencillez y con apertura a la gracia, con apertura a las cosas buenas de la vida y en especial la bendición del Señor.

Yo no soy el Señor ni mucho menos, yo soy una pobre mujer, pero todo lo que tú haces con amor eso llega, como me decía mi confesor: “María Esperanza, las cosas que haga, hágalas con humildad, hija, para que así se confirme la verdad, se requiere humildad, la humildad requiere constancia y fervor.”

Entonces, yo diría, todos tenemos fervor, tenemos confianza en Dios, constancia en la oración – quizás no muchos tengan esa constancia, pero tenemos que ser constantes – y ser humildes de verdad para que las cosas se realicen de acuerdo a la voluntad de Dios; no nuestra voluntad, es la voluntad de Dios lo que vamos a necesitar en todo momento.

Seamos humildes, seamos sencillos, seamos cautos en nuestras acciones de la vida, en todo en la vida… cautos, no vamos a desbordarnos así a la loca, no. Todas las cosas las tenemos que concientizar, pensándolas muy bien y sabiendo que allí está Dios, que lo que vamos a hacer está el Señor allí tomando parte de nuestra vida, tomándonos, pues, en cuenta y diciéndonos: “Ve, hijo, haz esto o aquello que te conviene hacer.” Porque tenemos una mente, una conciencia exacta de nuestros deberes y eso va llegando.

El Señor tiene una mente grande, una luz potente que se refleja en todos nosotros y esa luz si nosotros queremos recibirla, la recibimos siempre y cuando seamos humildes, que no somos nada, por ser nada el Señor se acerca a nosotros y nos ayuda a que la gracia del Espíritu Santo nos bañe con su luz.

Que Dios los bendiga a todos. Vayamos a nuestros hogares llenos de la gracia del Espíritu Santo, encontrándose con la verdad de las cosas de la vida, que todas las cosas sean claras, precisas, constantes y firmes sean nuestros deseos y que cada uno reciba la luz del Espíritu Santo. Gracias a todos.

La virtud de amar concientiza las almas, la virtud de amar nos concientiza, nos da el valor necesario para hacer las cosas bien hechas con la constancia, con el esfuerzo, con la caridad, con el amor. Seamos caritativos, seamos amorosos, no desechemos la verdad que tenemos frente a nosotros, vivamos el Evangelio. La evangelización nos trae a los tiempos del Señor, nos lleva hasta allá, a ese pasado de Jesús para encontrarnos con Él para Él aconsejarnos y ayudarnos a convivir con nuestros hermanos viviendo el Evangelio.

(Luego, todos repiten después de la Sra. María Esperanza:)

Vivamos el Evangelio. Eso es lo que nos pide: vivir el Evangelio. Vivamos el Evangelio. Es en el Evangelio que encontraremos la paz, la armonía, la alegría del vivir diario. Amén.

Gracias a todos.

(Avanzada la noche, la Sra. María Esperanza continuó:)

[…]Que diga fulanito, que diga el otro, tú no tienes que ver con eso; tú tienes que ver con tu vida tú, yo como persona; recuérdese de eso, recordemos todos.

La humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo, humildad, humildad, humildad. A mí me falta mucho todavía, muchísimo, pero a veces trato de corregirme, pero como estamos aquí en este mundo es difícil, es fuerte con las tentaciones que te salen al paso, tentaciones de gente que te dicen cosas que tu no alcanzas a comprender y tantas cosas, pero yo diría que son necesarias para ser más humildes, más comprensivos y humanos con la gente para crecer. Tenemos que crecer como crecemos cuando nos dan palo, palito.

PADRE PEDRO MARANO: San Agustín dice: “Tres cosas son necesarias para crecer en la vida espiritual y llegar al cielo: primero, la humildad; segundo, la humildad; tercero, la humildad.”

(Risas y aplausos.)

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sí, señor, la humildad es el puente de cristal que nos conduce al cielo, es lo único, no hay más nada, nada, nada porque la soberbia Dios la abate. Felicito a estas religiosas tan buenas. Tenemos que mejorar nuestra calidad humana, tenemos que volver a los tiempos del pasado para aceptar verdaderamente… convencernos de que el Señor convive entre nosotros de la manera más natural; no lo vemos, pero está entre nosotros: Jesús.

  1. GEO BIANCHINI: Bueno, Padre, ¿qué le parece, está entre nosotros?

PADRE PEDRO MARANO: Mire, falta la manifestación de que está por venir, se fue.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: No, está, Él convive entre nosotros de la manera más natural; no lo vemos, pero sí lo sentimos: las inspiraciones que tenemos; por lo menos ustedes los sacerdotes, las religiosas es una convivencia espiritual, continua. Sí, señor. Algunos no lo sienten porque se hacen los indiferentes o porque… ¿usted sabe? Es tan fuerte que yo no quiero ni pensar en eso porque me da miedo, yo le tengo miedo a las cosas tan profundas, tan grandes y no me gusta meterme tan profundo porque estas son cosas del Señor, Él sabe dónde pone las cosas y no puedo yo meterme, pero yo sí creo que el Señor convive entre nosotros de la manera más natural; no lo vemos, pero veamos nuestra vida diaria.

¿Cómo vivimos los momentos más difíciles, los momentos supremos, digamos, de tomar decisiones, los momentos hasta de hacer un viaje? Su presencia está allí cuando vamos en el avión si se mueve mucho, Jesús está allí respondiendo a nuestras angustias, a nuestras penas, a nuestros quebrantos, a nuestra falta de salud. Son tantos detalles.

Yo sé que Él se fue, sí, pero Él resta con nosotros espiritualmente. Cuando vamos al confesionario, la inspiración que tiene el sacerdote para aconsejarnos, esa es parte de Jesús, ese es Él que habla por el sacerdote.

Cuando dicen la Santa Misa, Él viene allí, está allí en el altar conviviendo con ustedes. Eso es muy grande. Y en detalles cuando tenemos un enfermo grave que sabemos que se está muriendo… el valor que nos da, la fuerza de voluntad que tenemos, cómo obramos, cómo nos movemos, cómo hacemos, es algo muy grande, porque que tenga uno la fuerza suficiente de ver tú un ser querido que se está yendo y tú tengas el valor para resistir, ya eso es tan grande porque su presencia está allí. Porque cuando una madre… por lo menos nuestra madre, mi madre se murió… eso es tan grande que… ¡Dios mío! El dolor de una madre que se nos va; tiene que estar presente el Señor para consolarnos, para confortarnos, para animarnos porque no tenemos voluntad para seguir viviendo.

Jesús convive entre nosotros de la manera más natural; no lo vemos, pero sí percibimos… A veces uno está tranquilo en oración y uno siente en verdad que Él está conviviendo, las ideas que vienen, que surgen de cosas que nos pasan, hechos increíbles… eso es para serenarse, para pensar que sí está.

Creemos que es que tenemos una cabeza muy inteligente, que sabemos mucho, no, no; eso es Él, Él responde para que tengamos más fe y más confianza en Él de que convive entre nosotros de la manera más natural, quizás no lo merecemos pero Él es tan bueno que se acerca a nosotros y nos llama a la convivencia en familia, con los nuestros.

Saber aprovechar las horas sin perder el tiempo en tonterías, con buenas obras, con el conocimiento de que está vivo y palpitante entre nosotros, en nuestros corazones, en nuestras almas, en nuestras vidas. Que son momentos de peligro, que viene un peligro, que estamos en un choque, una cosa de esas y uno sale vivo… el que murió es porque le tocaba, pero a veces se han salvado muchos; es que Él está presente. Está presente en continuación en nuestras familias, en nuestros hogares, con nuestros hijos, en nuestra convivencia diaria de hechos, de cosas que pasan, con la serenidad que uno acepta las cosas.

Eso mismo, por lo menos, cuando se me fue mi madre yo creí que podría morirme, pero me preparó y yo pude, pues, vencerme a mí misma y decir: Señor, estoy en tus manos, dame el valor y la fortaleza para sobrevivir.       Y me la dio porque yo creí que no podría vivir… yo amé a mi madre de una manera muy grande.

Entonces yo digo: Señor, Tú convives entre nosotros de la manera más natural, más suave, más tierna, más misericordiosa.

Es tan generoso el Señor, es tan humilde, tan paciente, tan misericordioso, tan tierno que no hay palabras para expresar su amor; ese amor que nos tiene a todos: ricos, pobres, feos, bonitos, todos. A los malos los viene a recoger para mejorar su vida interior para mejorarlos. Si recoge los malos, ¿no nos va a recoger a los buenos, a los que tenemos, por lo menos un corazón dispuesto a la misericordia divina o a ser misericordiosos con los demás? Él convive entre nosotros, sólo que nosotros nos hacemos los desentendidos; está en pequeñas cosas, no en muchas cosas, pero sí en detalles que quedan en el corazón plasmado allí.

Yo no podría contar estas cosas porque son demasiado profundas, demasiado grandes que me dan vergüenza, parece como que yo fuera una soberbia, pero en verdad, Él convive entre nosotros de la manera más natural: en la humildad, en la paciencia, en detalles, en cosas tan grandes que uno dice: ¡Ay Señor!, ¿esto es posible?

Y vive más entre los sacerdotes y las religiosas. Las religiosas son su punto débil, de Jesús; eso es un amor tan grande, tan paciente, tan generoso, tan compasivo, tan humilde, tan misericordioso, misericordiosísimo, es algo que se pierde de vista. No nos da a nosotros la calidad para apreciar en su dimensión lo que Él hace con nosotros.

Creemos que sabemos mucho, ¡Ay no, Dios mío, yo sé! ¿Qué sabiduría, dónde está? La sabiduría es Cristo que tenía esa sabiduría divina. Creemos que sabemos mucho, no sabemos nada, Padre, perdóneme, ustedes sí saben porque han estudiado teología, etc. etc., la doctrina verdaderamente a fondo, pero aquéllos que no hemos hecho esos estudios ni nada. Yo no sé, yo desde niña he pensado así, que Jesús estaba conmigo, y fui creciendo con todos mis defectos. Por eso yo quise ser religiosa y tantas cosas que me pasaron o que me han pasado hermosas.

  1. GEO BIANCHINI: Jesús la ha alimentado toda la vida con su palabra, la Virgen con mensajes. ¿Comprende? Y si usted pudiera leer algún mensaje sentiría la belleza de su palabra, cómo llega profundamente al corazón. Y esos no son frutos de una cabeza muy espiritual, sino son algo divino.

Yo como esposo le puedo dar este testimonio, ahorita, aprovecho esta oportunidad para decirle que desde el primer momento que leí el primer mensaje… No sabía cuando me casé con ella los dones que tenía, entonces después de casados fuimos para Venezuela y ella allá tenía muchos mensajes guardados, y los mensajes vinieron durante estos 43 años y medio y vienen continuamente. Ésos me prepararon a mí, esos mensajes – María Esperanza me reprendía en las cosas indebidas – pero la parte sublime venía a través de mensajes que me hablaban, entonces me fueron preparando y haciéndome entender cómo se va entrando poco a poco en la vida de Dios, cómo se va a aprendiendo a amar a Dios; y eso está exactamente en lo que ella dijo: la humildad… sencillo, humilde, seguir el camino que ya está trazado sin desviarse. Así ha sido, pero los mensajes son una belleza.

SRA. NORMA DE VARONE: ¿Cómo vienen los mensajes?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Eso es una rapidez enorme, no se ve la mano. Eso es: ¡ta, ta, ta!; y hablado así que yo digo: Dios mío, qué pena, me da vergüenza hablar de eso.

UNA SEÑORA: ¿Pero usted los escucha o los siente?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Eso viene directamente al cerebro y a la mano para escribir; y si no hablado: ¡ta, ta, ta!

  1. GEO BIANCHINI: Directamente al cerebro, no lo escucha en el oído, es directamente al cerebro por el don que tiene, claro.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Me da miedo hablar de estas cosas, es muy fuerte.

PADRE PEDRO MARANO: ¿Sabe lo que escribe o después se da cuenta de lo que ha escrito?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Bueno, yo sí sé; yo tengo que decir la verdad. Yo voy escribiendo así: ¡ta, ta, ta!, es tan fuerte la mano. Yo no sé cómo la cabeza puede dar con la mano para el escrito porque es una rapidez que usted ve eso y es una fantasía, no se me ve la mano de lo rápido que va, pero el cerebro también.

  1. GEO BIANCHINI: Ella sabe lo que está escribiendo porque cuando termina un mensaje me dice a mí: “¡Una belleza! Las palabras que me dijo Jesús son una belleza.” Pero, claro, después hay que leerlo para ver.

SRA. MARÍA ESPERANZA BIANCHINI (HIJA): Yo quería dar un testimonio. Nosotros desde que éramos pequeñas hemos estado al lado de ella de verdad y en estos días que hemos estado aquí, como comentaban también mis hermanas, hemos sentido a mi mamá no sólo como esa mamá amorosa y todos recordamos siempre que cuando estábamos durmiendo a la hora que fuera la casa estaba siempre llena de gente, desde pequeña ella todos los viernes ofrecía la Hora de Adoración y venía muchísima gente a la casa en períodos en que éramos pequeñitas y después ya adultas.

Dios le dio la posibilidad a mi mamá de juntar a la gente, les daba algún pasapalito, etc., pero sobre todo era para orar y llegó un momento en que la gente como que perdía esa noción al haber esa abundancia en cosas: en la comida y en todo; y entonces la gente iba como si fuera una fiesta, pero no la fiesta de Dios, sino la fiesta mundana y mi mamá cómo constantemente les hablaba llevándolos de nuevo a ese camino.

Yo me acuerdo que las compañeras de nosotros decían: “¿Tú mamá, cómo la sientes tú y no está todo el tiempo dividida con los otros?” No, realmente mi mamá en los momentos en que estaba con nosotros era totalmente nuestra. ¿En qué sentido? En que tú te sentías como ahorita decía usted, Padre, que uno se siente como el papá y la mamá juntos, como que no te vas a desviar, que te sientes apoyado y sobre todo era una gran seguridad que el camino y el rumbo que ella tomara era cierto. ¿Por qué? Porque sus acciones nunca iban en contra de lo que ella pregonaba, o sea, había una gran coherencia siempre, siempre, siempre. Si a nosotras nos enseñaban determinada cosa, yo nunca veía a mi papá y a mi mamá que no hicieran lo que me habían dicho a mí. Entonces, eso te da, en los jóvenes, una gran seguridad.

Lo de cómo recibe los mensajes, ella dice que no es algo que tú… o sea, es una voz que sale de adentro, no es que te la vienen a soplar aquí, sino que sale de dentro; y tiene distintas formas de recibir los mensajes: por escrito – yo me acuerdo cuando era pequeña, empieza a escribir a una velocidad así rapidísimo que no se le ve la letra, que después a ella le cuesta interpretar los jeroglíficos, digo yo y cuando nos toca pasar los mensajes igual –; otras veces los recibe a través de la voz – su voz cambia, la entonación, el tono, todo –. Muchas veces cuando uno está presente ante eso tú ves como que si no fuera ella, no es que está perdida, sino que tú en determinado momento la tocas y ella está despierta, pero al mismo tiempo es otra presencia; y mucha gente – bueno, nosotros que hemos estado allí – ha visto a través de ella, aunque suene tan raro, para nosotros es muy natural, como la presencia de la Santísima Virgen.

Somos cuerpos humanos, pero muchas veces ese cuerpo, en el caso de mi mamá hoy, todos los días ella tiene problemas en los pies, várices, bueno, muchísimas cosas la pobre tiene los pies… no puede casi caminar… juanetes, todos los pies encaramados, pero es una mujer que camina y todo, pero que en el dolor, ella en el cuerpo tiene un gran dolor y eso creo yo que te purifica, eso te purifica y realmente la Santísima Virgen, el Señor la utilizan a ella como un instrumento y ella siempre lo ha demostrado, mucha gente le dice: “Sra. María, hágame el milagro.”

– Yo no hago milagro, yo estoy a la disposición del Señor para que Él obre a través de mí, a través de esta mi humilde oración.

Otras de las formas en que recibe mensajes es también, por ejemplo, comienza a recibir, y habla, y estemos haciendo lo que estemos haciendo – de improviso viene un niño, en la casa estamos con muchos niños, vivimos 4 familias con ella, con sus hijos, entonces son como 12 niños que viven en la casa del más chiquito hasta el de 15 años gritando todo el día, entonces de improviso se oyó un niño que se cayó: “¿Qué pasó?” – y ella está recibiendo un mensaje. Pasa… qué se yo… 5 minutos y retoma el mensaje donde lo había dejado con la misma lógica que llevaba, o sea, que no es algo como preparado. Tú estás allí y sigue, o sea, que realmente el Señor obra a través de ella, como ella dice, tan natural y espontánea que uno ve la presencia del Señor que convive entre nosotros.

PADRE PEDRO MARANO: ¿Cuando ella escribe tiene una letra determinada y cuando inspirada escribe es diferente o es la misma?

  1. GEO BIANCHINI: Depende también de la entidad espiritual que la inspira, es distinta la escritura, no es la misma, todo el período si es un mensaje de Jesús es una forma, si es un mensaje de la Virgen es otra forma de escribir.

SRA. MARÍA ESPERANZA BIANCHINI (HIJA): Sí, es otra escritura como femenina y masculina con trazos más fuertes.

  1. JESÚS ANDREU: Yo quería dar ese testimonio.

Yo tenía curiosidad… yo tengo más de 30 años que los conozco y siempre me enseñaban los mensajes pasados, los que pasaba Geo a máquina. Yo les decía: Yo quiero ver los originales. Hasta que un día me los enseñaron, la única vez que me los han enseñado, me enseñaron los de la Virgen, varios de la Virgen, varios de Jesús, varios de San Pedro, pocos de Moisés, unos de la Madre Cabrini, entonces yo puse los de la Virgen uno encima del otro, los de Jesús uno encima del otro y así sucesivamente, había como 10 ó 12 mensajes de diferentes personas y la letra de la Virgen, los que eran de la Virgen recibidos hacía mucho tiempo, hacía 20 años era la misma letra del que se había recibido hacía una semana; los de Jesús la letra era diferente a la letra de la Virgen, pero era la misma letra cuando eran de Jesús; los de San Pedro, era diferente a la letra de los de la Virgen y a los de Jesús, pero era igual y así sucesivamente.

Entonces, ¿cómo una persona puede hacer una letra diferente para cada otra persona y hacerla igualita esa letra en el transcurso de los años? Entonces, yo tuve esa oportunidad de ver eso, una sola vez lo vi porque ellos me lo enseñaron. No sé, fue una gracia ese día que tuve la oportunidad de verlos y compararlos porque yo tenía la curiosidad de ver los originales.

  1. GEO BIANCHINI: A este propósito de mensajes yo quiero decirle esto, es importante, como ustedes saben el Obispo de la diócesis de Los Teques, al que pertenece el lugar de Betania cuando yo le dije de la venida de Jesús, no me lo he inventado yo créanmelo, yo lo deseo, pero no me invento cosas tan grandes, lo he leído en los mensajes: Jesús viene como Sol de Justicia para ayudar a renovar al mundo, a seguir su Evangelización directamente.

Ahora, ¿en qué forma? Indiscutiblemente nosotros sabemos que Jesús después de la Resurrección convivió 40 días con sus apóstoles, no sé si era todos los días, pero lo cierto es que comió con ellos, se presentó a los discípulos de Emaús sin hacerse reconocer, tuvieron oportunidades grandes. Jesús siguió viviendo con ellos y lo que le dijo el apóstol San Juan, a San Pedro sobre el Apóstol San Juan, le dijo: “Y si yo quiero que él no se muera.” Y San Pablo directamente, bueno usted lo sabe, creyó que Jesús regresaría antes de su muerte, los apóstoles lo estaban esperando antes de morirse y han pasado 2000 años. Indiscutiblemente algún día vendrá, antes de venir en la gloria para juzgar a los vivos y los muertos, bueno, eso es mi criterio, ¿no?, pero no me lo he formado así por imaginación.

Es importante saberlo, es una gran esperanza para todos, lo que le estaba diciendo antes, el mundo está lleno de injusticia, ha llegado el momento, va a llegar el momento de que esta injusticia tan grande tiene que terminar, los hombres tenemos que amarnos y esa es la razón de María Esperanza aquí transmitiendo un poquito, con pocas palabras, conceptos de amor para que lleguen a nuestra conciencia y cambiemos nuestra vida equivocada.

Ya he hablado más de la cuenta, Padre, pero bueno era necesario.

(Risas y aplausos.)

SRA. MARÍA GRACIA DE GEBRÁN: Yo quería explicarles que el Monseñor, el Obispo que hizo la investigación es uno de los más preparados, de los sacerdotes más preparados en Venezuela y en Venezuela se le conoce como el Abogado del Diablo, (Risas.) porque él es sumamente estricto con sus conocimientos. Como Venezuela es un país donde la gente dice que ve mucho y dicen que hay apariciones aquí, que hay esto acá, entonces él estando en el Estado Miranda que es donde se encuentra… bueno, Betania está entre el Estado Miranda y el Estado Aragua, pero es del Estado Miranda y en ese Estado está el Distrito Federal que es donde está Caracas que es la capital y justo en la zona mirandina, es una de las zonas más difíciles para la Iglesia porque allí, no obstante nuestra religión católica, más del 95% de la población es católica, al venezolano le gusta creer en muchas cosas, entonces a él se le asignó ese puesto en ese momento porque él es sumamente estricto y digamos que él dice: “No creo, no creo hasta demostrarlo.” Por cierto, su doctorado es en psicología y por eso él llevó a cabo esta investigación.

También les quería decir que a veces cuando mi mamá escribe los mensajes, que siente que le vienen, a veces uno siente el olor a rosas muy fuerte a su alrededor o a veces uno ve que se le salen así de la ropa unos pétalos de rosa, a veces son pequeños, a veces son así grandotes con forma de corazón o con forma de pez, que eso a mí siempre me ha llamado mucho la atención. A veces a algunas personas cuando hemos estado en Betania rezando… recuerdo – Betania está a una hora de Caracas, nosotros vivimos en Caracas, pero vamos siempre los fines de semana a Betania – y mi mamá se llena como de una luz y hay gente que por casualidad tomó una foto y aparece como halos de luz sobre ella.

Nunca se me olvida que en Betania estábamos en la gruta, rezando un rato y un niño corría, yo decía: Ay, qué tremendo. De repente el niño se le acerca a su mamá y le dice: “Mira, mamá, mira la Virgen.” Señalaba hacia mi mamá; y ella le decía: “Ah, ¿tú dices de la figura que está acá arriba en la gruta?”

–  “No, no, mírala allí está, mamá, está vestida de blanco.” Y era donde estaba sentada mi mamá. Él no veía a mi mamá, veía a una señora vestida de blanco con un rosario en las manos.

Entonces, oye, qué fenómeno tan bello.

UNA SEÑORA: ¿Los mensajes los tienen publicados o…?

SRA. MARÍA GRACIA DE GEBRÁN: El Obispo, de los varios mensajes, de esos 300 mensajes, ha escogido como 7 para ser publicados.

SRA. MARÍA ESPERANZA BIANCHINI (HIJA): Tenemos una Página Web: www.betania.com y allí salen extractos de mensajes.

  1. JESÚS ANDREU: Mira, otra cosa más sobre los mensajes.

María Esperanza no habla inglés, ni habla francés, ni habla alemán y ella ha recibido mensajes en inglés de la Madre Cabrini, ha recibido mensajes en francés y ha recibido mensajes en alemán, en la lengua original para que lo sepan, ella no habla inglés, ni escribe inglés, ni sabe nada de inglés, ni de francés. Se los digo porque yo los vi, vi el original, por ejemplo el de la Madre Cabrini un inglés bonito, una belleza, entendible por cualquier persona, una letra muy bonita. Por ejemplo, la letra de Jesús parece como palitos; la de la Virgen es muy bonita, es así cursiva.