Evans City, Pennsylvania, EE.UU.

Palabras de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini
Gospa Missions
Viernes, 29 de agosto de 1997 4:30 p.m.

(…) que no perdamos el tiempo, todo ello es lo que nos pide Dios.

A los tristes, a los huérfanos, a los que viven en los hospitales velar, orar por ellos, orar por los que agonizan, por los niños que no tienen padres, y en fin, orar por todos es lo que nos toca a nosotros.

Darte gracias, Padre, por todo lo que nos das, gracias por todos los beneficios a nuestras almas, gracias, Señor. Tú nos has puesto… donde Tú nos pongas, allí estaremos para darte gloria hasta el día que Tú lo quieras, Tú sabes lo que haces con nosotros, nosotros no sabemos nada, Tú lo sabes todo.

Uno con humildad y recogimiento esperar confiados que Él se dará, se mostrará, los reafirmará en su fe, en la humildad, en la paciencia y en el santo temor de Dios para no ofenderlo. No es el temor de Dios que nos castigue, no; es el temor de no ofenderlo, sentirnos liberados, que llueve, truene, relampaguee, la gente esto… nada, no me toca, no es conmigo porque Dios está conmigo y silencio; no: “Bla-bla-bla.”

Eternas son las estrellas del cielo y la luz del sol que nos iluminan y que nos dan esa alegría de poderlos mirar y contemplar.

Que Dios nos guarde a todos.

“En el Nombre de mi Padre, Yo los bendigo, hijos míos.

En el nombre de mi Madre, Yo les curo del cuerpo y del alma, y los guardo aquí en mi Corazón, les guardaré, les guardaré, les guardaré aquí en mi Corazón desde hoy y para siempre.”

Que la paz sea con vosotros, que la luz del Espíritu Santo ilumine sus almas. Están en paz y en armonía con el mundo entero.

Ave María purísima.

Gracias a todos, gracias a esta gran familia de Gospa, a todos, a su jefe, la persona que Dios llamó a crear todo esto y llamó a sus hermanos a trabajar; gracias a todas estas personas que trabajan con él porque realmente todos nos necesitamos unos a otros, y es el darnos las manos y ayudarnos mutuamente para afianzar nuestras pisadas hacia la luz de la verdad y del conocimiento que Dios, nuestro Señor, nos da para poder saber convivir con todos nuestros seres queridos, nuestros familiares, nuestros amigos y aún soportar a nuestros enemigos también porque tenemos que soportarnos todos y aliviar nuestra carga, aliviar nuestras necesidades, nuestras intenciones y para también llevar las obras a cabo, la realización de las obras como esta obra de Gospa.

Realmente, pues, me siento muy feliz hoy porque he conocido otras nacionalidades, otros seres de otros mundos.

Yo los indios los quise mucho, los he querido siempre porque mi padre fue un gran amigo de ellos; ellos adoraban a mi padre como su papá de verdad. Mi padre les extendió las manos y los ayudó mucho por eso estoy muy conmovida. Los indios del Orinoco, del Delta Amacuro, de Tucupita, de toda esa parte de Venezuela, ellos querían a mi papá como a su padre. Donde él llegaba, salían todos a recibirlo cada vez que él iba a darle vuelta a las haciendas por allá, a los campos porque él tenía muchas tierras por allá.

Entonces, hoy eso me ha removido mucho, me ha conmovido. Yo era muy chiquita, él cuando murió yo tenía dos añitos, pero mi madre me contaba, toda mi familia y todo el mundo cuando me veían: “¿Ay, tú eres la hija de Aniceto Medrano? Ay, él fue un benefactor para nosotros, él fue nuestro padre.” La gente, los indios, toda la gente por allí, toda. Entonces, eso me ha conmovido mucho.

Gracias, Tom, gracias de esta invitación, que Dios te bendiga y te proteja y que este negocio, pues, sea la corriente de encontrarse las almas para mejorar en su vida interior y obtener realmente la luz del Espíritu Santo, esa gracia tan maravillosa que nos da el don del entendimiento, del buen consejo, del santo temor de Dios, de la sabiduría, de la ciencia, y en fin, todos, del buen consejo especialmente.

Yo amo mucho el buen consejo porque nos aconseja; el temor de Dios para no ofenderlo nunca y especialmente el don del entendimiento para entender realmente qué quiere Dios de cada uno de nosotros y saber respetar sus normas y enseñanzas que nos legara para patrimonio de la humanidad entera, porque el mundo entero tiene que reconocer que Cristo nos vino a salvar dejándonos una doctrina de amor para poder unirnos, sembrar y recoger esos frutos. Los frutos son las buenas obras; esto es una obra, Gospa, y tantas otras que están dando sus frutos.

Y ahora, que Dios nos siga llevando de la mano, conduciéndonos por caminos de luz y de esperanza, y sentirnos que estamos en uno con Él, aún con nuestras debilidades humanas, pero estamos en uno con Él porque lo amamos, lo sentimos y cada día con la Eucaristía lo recibimos. Los sacerdotes lo pueden tener en sus manos y elevarlo al cielo para alimentarnos a nosotros.

¡Qué bella es la vida, qué fuerte es el amor y qué caricia tan grande nos ha dado hoy aquí, trayéndonos al padre Heffernan! Es una gracia de Dios todos estar juntos con todas estas almas aquí.

Que Dios nos guarde, nos bendiga a todos. Amén.