Palabras de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini
Cenáculo
Viernes, 10 de noviembre de 1995 10:30 a.m.
…allí Cristo entrega su Cuerpo simbolizándolo con el pan y el vino que es su Sangre, o sea, su Cuerpo con el pan y el vino que son los uvales de Jerusalén. Es decir, que allí Él, motivado por la gracia del Espíritu Santo, ofrece su Cuerpo y su Sangre como alimento para toda la cristiandad a fin de que todos sigan alimentándose eternamente.
Yo creo que la Eucaristía para mí es lo más grande, y yo le pido a mi Señor que nunca me falte, que me dé la voluntad aunque sea enferma, triste, arrastrándome, como sea, para poderlo recibir cada día.
Es por ello, que en este momento yo los llamo a la Eucaristía; no lo dejen, es Jesús, tú te sientes fortalecido con todas las pruebas, con todas las cosas que tengas, te sientes fortalecido.
Por eso, este lugar lo amo; pero hoy fui muy tocada de mi madre, por su dormición… para mí ha sido algo muy grande y ahora me toca el Cuerpo de Jesús. Yo no me podía ir sin ver esto.
Entonces, yo los instó a todos… Eucaristía… llueve, truene, relampaguee… Eucaristía, alimento, Santa Misa, Comunión diaria contra todo y estoy conmovida, porque yo les voy a decir algo, cuando yo vine aquí el Señor me dijo: “Yo viviré contigo, hija, estaré contigo siempre, tal como aquí me sientes con mis apóstoles, viviré contigo en donde tú vivas, en tu hogar.”
El señor me ha dado esta gracia y por eso no tengo palabras, por eso he estado tan conmovida y además la Virgen me dio un mensaje sobre su dormición, ella me lo iba dictando y lo cogió la Nena Gutiérrez; es algo bellísimo como ella me describe todo. ¡Ay!, me doy cuenta, qué cosa tan grande, Señor.
Que Dios nos bendiga a todos, que nos fortalezca y especialmente nos una; las rencillas, las críticas, dejemos todo eso atrás.
El Señor es tan bueno y tan generoso que nos ha dado este regalo. Es un gran regalo, Señor, gracias te doy, bendito mío, Jesús con tus doce apóstoles, San Pedro… como amo yo a San Pedro y a San Pablo… Roma, sigo donde se ha deslizado mi vida, sí Venezuela, pero Roma me dio todo, me dio un compañero, una familia, me ha dado mucho, no tengo como darles las gracias a mi Señor.
Entonces, pues, qué más decir sino que prosigamos adelante, firmemente convencidos que cuando llevamos a Dios en nuestro corazón, nada ni nadie puede contra nosotros, porque Él está allí y recibimos todo con humildad, con paciencia, con gran temor de Dios de no ofenderlo, y más que todo, con un sentimiento humano y profundo que nos hace mejores en la vida. Tenemos que ser mejores, cambiar cada día, mejorar cada día nuestra vida espiritual, nuestra vida interior, sanear, sanear todo lo que esté malo, registrar en todos los rincones de nuestra alma, de nuestra mente, de nuestro corazón, ¿cómo estamos por dentro?
Entonces, ofrecerle al Señor lo mejor, el cambio que hemos dado, la mejoría que hemos tenido y decirle: Señor, aquí me ofrezco para lo que Tú me quieras, donde me quieras; yo no soy nada, Tú lo eres todo para mí y sin Ti, ¿qué puedo hacer yo? Entonces, Señor, aquí estoy con tu madre, con todos los apóstoles que te siguieron y con todos aquellos religiosos del mundo que dejaron sus familias, lo dejaron todo, los sacerdotes, los religiosos, los pastores, las religiosas que dejaron sus casas…
Yo quise dejar la mía también, pero el señor me quiso en el mundo, batallando con este mundo. Qué fuerte es, Señor.
Gracias, Dios mío, por estar aquí con mi gente, con mis hijos y con las almas, pues, que están espiritualmente unidas a mí de corazón. Que llegue hasta ellos el rocío de la mañanita clara con los rayos que despuntan después que llueva, que se limpió, que se purificó todo, que fueron nuestras almas; entonces, saldrá el sol reluciente para brindarnos un rayo de luz, para que seamos hijos de la luz. Lo vengo diciendo de un tiempo para acá, somos hijos de la luz; las tinieblas quedan atrás, ya las tinieblas no nos pueden rozar porque somos hijos de la luz, porque Jesús ha entrado en nosotros. Amén.