Discurso de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini
Auditorium del Colegio Juan XXIII
Sábado, 15 de julio de 1995 7:15 p.m.
Vamos a rezar el Ángelus.
- El Ángelus.
Buenas noches a todos, comienzo por decir: El amor de una Madre nos viene a educar, nos viene a salvar, es la salvación del hombre, de los inocentes, de los jóvenes, de los adultos, de los ancianos. Felizmente esa Madre viene para fortalecer a sus ministros, pastores, a Su Eminencia el Cardenal, como también a aquéllos que le siguen, aquéllos que con él están aprendiendo.
Es un aprender continuo del sacerdote, es un aprender enseñando a todos los seminaristas; como también las religiosas, a las niñas, a las jóvenes educando y reafirmando esa fe en sus corazones para que se llenen del espíritu de una confianza grande, hermosa como son hermosas las flores de los jardines de María Inmaculada.
Mi Madre no se separa de sus hijos pastores, de sus siervas, de las sencillas monjas que educan a las niñas, que las enseñan para inspirarles a guardar la belleza del alma.
Qué hermoso es la belleza de un alma pura, de una niña inocente que busca las caricias en los brazos de María porque ha tenido una vida muy distinta a la de su madre, de su padre porque lo han dejado todo por Jesús. Jesús las ha tomado al servicio de esta Iglesia maravillosa, una Iglesia santa y apostólica donde el Santo Padre organiza su grey, pastor de almas.
¡Qué hermoso! El Papa de Roma, el representante de esa Iglesia como lo fue Pietro, el pescador, piedra y fundamento, firme, justo, claro en sus decisiones que nos hace vibrar de emoción al comprobar que nada ni nadie detiene sus pasos hacia la luz del Nuevo Amanecer de Jesús. Todos con él porque es el representante que está cuidando de sus ovejas, de sus almas, cuidando de todos para que sus ministros, sacerdotes, sus ovejas amadas de su corazón sean verdaderos tesoros, se conviertan en tesoros por la gracia del Espíritu Santo y fluya de sus labios, de su boca la palabra: “Dios mío, Dios mío aquí estoy, aquí estoy para servirte, amarte y hacerte reconocer de todos los hombres de la Tierra.”
Esa tierra bendita, Italia, Roma, ¡qué hermosa eres! En mi juventud, sí, me diste un hogar, Señor, por esa Iglesia que me estimuló, comenzando por este Papa, que está dándose, por un Padre Pío de Pietralcina que me dio valor, que me fortaleció, un Padre Felice Cappello de la Compañía de Jesús quien me enseñó a sentir esa Iglesia; ya la amaba de niña, a los cinco años apenas, me pasaron muchas cosas que todavía no ha llegado el día.
Es por ello que yo estoy aquí porque Él se vale de sus ministros, de Monseñor Pío Bello a quien admiro por su recia voluntad iluminado por la gracia de una luz, de una fuerza constructiva para enseñarnos a ser mejores en la vida. Sí, y Monseñor Pío Bello por su benevolencia, por su bondad…
Vienen días también de esperanza, de motivaciones, de ayudarnos todos a crecer espiritualmente, todos unidos… Toda la América feliz: Guayaquil, Ecuador; adonde voy la próxima semana, estos dos pueblos que por momentos de debilidad del hombre se confundieron.
Perú necesita paz, necesita comprensión, amor para tomar grandes decisiones. ¿Cuáles son esas decisiones me preguntarán ustedes? El vivir en cónsona con esa Iglesia católica, apostólica, romana, universal… la Iglesia; apoyarse en esa Iglesia, en ese Papa de Roma que es un Santo Varón que se está dando, que ha ido de un lugar a otro llevando el mensaje de paz y de solidaridad humana.
El Papa viajero, el Papa de la sonrisa y la alegría, el Papa de la bondad. Qué hermoso es sentir en el corazón el amor hacia el Papa, el gran Papa de Roma. Yo les pido que todos nos propongamos ayudarlo con nuestras oración, meditación, penitencia, Eucaristía para que así esta Iglesia pueda reafirmar una vez más al Pueblo de Dios con sus enseñanzas, con su solícita ternura, con su comprensión.
El Padre es un alma especial, bastó verlo en Caracas… su humildad, su robustez espiritual, su claridad, su mente abierta a la gracia del Espíritu Santo trabajando tenazmente, firmemente convencido de que hay que ayudar y proteger a todos, especialmente ayudar a la juventud a crecer, es una juventud jubilosa que anhela cosas, aprender, estudiar para poder dar su contributo a sus hermanos para que vayan creciendo, fieles al servicio de nuestra Iglesia.
Sí, hermanos, estoy aquí porque el Señor lo quiso así y deseo que vosotros sigan reuniéndose en sus parroquias, sigan obedeciendo fielmente a su párroco, unidos como verdaderos hermanos. Sí, sois verdaderos hermanos porque sois hijos de María, nuestra Madre María; y es María, la dulce mujer del Calvario, la dulce María de Nazaret, la niña inocente convertida en Madre que nos viene a educar y a señalar rutas y caminos a los que vienen detrás de ese Cristo, porque todos realmente necesitan una ayuda espiritual, una palabra a tiempo, una mirada, un abrazo fraterno, que se le tienda la mano.
Qué hermoso es ser cristiano, fieles a un servicio, es un servicio de amor, un servicio de comprensión y de afinidad espiritual. Servir en comunidad, no es solamente la comunidad de los religiosos y religiosas, comunidades de familias enteras. Urge en el mundo la comunicación, tenemos los medios de comunicación, sí, pero urge la comunicación del hermano; que tienes una necesidad grave y hay alguien en el momento que te tiende la mano para ayudarte, para servirte, para compensar la pena que tienes con una palabra, extenderle la mano, ¡estoy contigo, hermano!.. Vendrá con los días.
El mundo ya no se basta y la situación mundial es grave, estamos a punto de una guerra, pero el Señor en su infinita misericordia, en su bondad y generosidad, y con su Madre van a detener esa guerra. Las naciones se pondrán de acuerdo, no pueden ir a la guerra, hay que detener ese flagelo que sería terrible para el mundo, devastador, una grave equivocación que comete el hombre.
Es por eso, reflexionemos sobre lo que se está pidiendo en el mundo y oremos por todas las razas, por todos los pueblos y naciones, oremos por quien nos desprecia, por quienes no entran en orden de ideas que viene el Salvador del Mundo, un Jesús, el Hijo de Dios porque mientras ese pueblo rebelde no acepte al Hijo de Dios seguirán las guerras continuas. Es Jesús el Cristo Resucitado, es Él quien convive entre nosotros de día y de noche. Sí, es por ello como cristianos nuestra actitud frente a la vida debe ser honesta, digna, ordenada, con bases y principios que nos da esa Iglesia, piedra y fundamento, que Jesús nos dejara como legado, un patrimonio de salvación
Deseo hablarles de María que para mí es rosa roja, hermosa, cálida, bella convertida en lirio blanco de la pradera, cuando vino a Betania a enseñarnos que sin reconciliación no puede haber paz en el mundo. Tenemos que reconciliarnos y darnos las manos como hermanos para ayudarnos a realizar la gran marcha triunfante de los hijos de la luz. Somos hijos de la luz… diariamente su santo rosario en familia. Es la familia la hermosa primavera que Dios nos está dando, todas las familias del mundo, todos unidos, todos los católicos, todos aquéllos que sentimos a Jesús y a María, al Patriarca San José, protector de esa familia por la gracia del Espíritu Santo porque el Padre Eterno lo quiere así, que recibamos esa gracia para unirnos y ayudarnos y reafirmar nuestra fe, nuestra confianza en que vamos siendo conducidos como los niños inocentes.
Seamos, convirtámonos en niños inocentes, no sabemos nada, somos pequeños, pero Dios en su infinita misericordia nos lleva, nos conduce, nos enseña, nos libera de las ataduras con el pecado para afianzar nuestra fe, aquilatarla y recibir las gracias del Espíritu Santo, los dones del Espíritu Santo.
Qué hermoso es el don del entendimiento, yo lo amo mundo. El entendimiento es el don que nos da algo muy grande, es un algo precioso que se recibe muy dentro de nuestra mente, de nuestro corazón, el discernimiento de lo que tenemos que llevar a cabo por la gracia del Espíritu Santo y lo que el Señor desea de cada uno de nosotros. Como también el don del buen consejo, qué hermoso es ese don; los consejos de María, María es nuestra primera consejera haciéndonos conocer las cosas como son, tal cual. La sabiduría es la hermosura y la riqueza de las cosas diarias de la vida. La ciencia maravillosa… lo científico.
Yo los invito a la oración. Es la oración el punto de luz que nos ilumina en medio de la oscuridad de la noche… siempre está la luz, la oración. La oración realiza grandes cosas; digo grandes cosas, porque grande es cuando tú tienes deseo de servir, la oración te lo da. Oración sin descanso, oración por las noches cuando no puedes dormir y te levantas, entonces ora, reza, haz tu Hora de Adoración, no la dejes ni un día siquiera… los jueves Eucarísticos.
Yo le digo al Señor: Yo no soy nada, no valgo nada, Señor, ten compasión y misericordia de nosotros. Ven a consolarnos, a prodigarnos tu amor y tus enseñanzas; las enseñanzas del Maestro que vivifican y transforman las almas que reverdecen como las plantas con frutos y hojas para poder darse.
Padre, este es gran pueblo, un pueblo que ama y que siente a su Señor, que ama y siente a su Madre, que ama y siente a sus sacerdotes. Es una gran parroquia. Trabajen, no se cansen, no hay cansancio, no debe haber cansancio, no al cansancio. Te puedes cansar un momento, pero enseguida firme, robusta para la gloria del Señor y para ayudar a quien te necesite; no importa cómo lleguen y de dónde vengan, lo importante es tenderle la mano.
Es la hora de rectificar, es la hora de concientizar y es la hora de la edificación del Pueblo de Dios. Edifiquemos para nosotros un templo, el templo de nuestro corazón afianzado en ese Cristo, en esos sacerdotes que lo renunciaron todo para alimentar a sus hermanos con el alimento de Jesús Crucificado, su Cuerpo Místico.
Pueblo del Perú, qué hermoso cantó esa muchacha aquí, qué hermosura. Dios te bendiga, hija. Yo amo la música, amo el canto por eso a los jóvenes les digo: Canten, aprendan, llénense de Dios; Dios es la inspiración y María es la Madre que nos enseña con tanta humildad y vivamos vida Eucarística, una vida en cónsona con nuestra Iglesia Madre, una Iglesia que es está dando… cuántos sacrificios, cuántos sacerdotes allí, Señor, para velar del templo de los que crecen, de esos corazones jóvenes que tienen que crecer y dar frutos convertidos en luminarias de esa Iglesia Santa conscientes del deber de cada católico, todos servir y no ser servidos tratando por todos los medios de aliviar, de comprender el dolor del hermano.
¡Salvar almas es mi más cara ilusión!
Bueno, se hacen largos estos momentos aquí entre vosotros respirando serenidad espiritual, pero quiero llamarlos a la reflexión de que mañana será un gran día, un gran día de luz, de esperanzas, de motivaciones en las cuales van a sentir al Señor, su bondad en cada uno de vosotros. Recuerden esto. Jesús está vivo, convive entre nosotros y María, la dulce María está a nuestro lado tratando de ordenar las cosas como en su casa de Nazaret en convivencia con José de Nazaret, el padre adoptivo de Jesús con su hijo bendito.
Pidamos vocaciones sacerdotales, vocaciones religiosas, ellos son los puntales en las comunidades, en sus colegios, en sus quehaceres en medio de las religiosas. A pesar de mis años yo no olvido los días con mis Hermanas Franciscanas. Yo le hubiera dado mi vida al Señor, se la hubiera entregado, pero me llamó y me dijo: “El mundo, el mundo da dolor, pero es necesario que me sirvas en ese mundo. Realmente la vida de una religiosa, de un sacerdote es grande, es una vida grande porque Me están sirviendo todos juntos.”
Estos movimientos de cristianos, de jóvenes, de muchachos, todo ello contribuye al desarrollo y al crecimiento del hombre de hoy, del joven, de la mujer, es bello. Es por ello, hagan teatro; sí, canten, sigan cantando; dediquen cinco minutos, hagan meditaciones de la vida de Jesús, de la vida de María, de los pasajes de los apóstoles con Pedro, Pablo y Juan todos los que siguieron a Jesús, los apóstoles de Jesús de Nazaret, piedra y fundamento, para que sepamos que hay un representante y que él está velando por nosotros de día y de noche con sus oraciones para que ese pueblo, Pueblo de Dios se salve; que la Iglesia es lo más hermoso que pueda existir.
Tenemos una Iglesia, tenemos nuestra parroquia, tenemos nuestros sacerdotes que cuando hemos cometido una falta… vamos a confesarnos; confesarse para estar en estado de gracia y poder recibir al Señor, la Sangre de Cristo… llenos, llenos con vida, felices, alegres, que nadie ni nada nos detenga.
Vamos con Jesús y con María caminando, caminando sin detenernos hacia un gran movimiento místico para salvarnos, no para hundir, no para las guerras, no para desastres, no para faltarle el respeto a las personas, no, es para asirnos aún más a nuestro Dios.
Bueno, Padre, gracias de su bondad, de su docilidad de hijo amado de María, nuestra Madre, un hermano menor de Jesús que lo llama a salvar muchas almas. Padre, está comenzando su labor, sí, ya tiene tiempo, pero todavía falta mucho. Que Dios le dé la vida, la salud, la fortaleza, la alegría del vivir diario de pequeñas cositas, pero son cosas que llegan al corazón.
También a todos los pastores, todas sus religiosas, todo este pueblo que le está ayudando con la carga, para todos, la bendición del Señor que guarda y vela de todas nuestras familias, de todas las comunidades que están creciendo y llevando a cabo la realización de una obra, de una mujer que les ha llegado al corazón de todos los que realmente desean realizar un servicio. Es servicio lo que nos está pidiendo el Señor, cuando alguien nos necesite no lo dejemos para después porque viene la noche. Esto es muy importante, y cuando alguien nos pida algo no digamos: no; siempre: sí, nunca: no. Sí, y el Señor actuará, el Señor dirá, el Señor es quien decide en su voluntad, es la luz del amor, el milagro del amor de Dios.
A Su Eminencia el Cardenal, que Dios le guarde, que Dios lo bendiga, que la Virgen lo cubra con su Manto, que nada pueda turbar su alma, que siga creciendo espiritualmente cada día y renovando, fortaleciendo a todos los que se le acerquen. Y que haya un gran corazón en todos aquéllos que le rodean para darle valor en cada momento. Les ruego a todos, oren por él porque realmente necesita el apoyo de su pueblo.
Y las almas, todos aquéllos que colaboraron para este encuentro con esta pobre mujer, que todos reciban gracias infinitas del cielo, rosas del Corazón de mi Madre, rosas de amor, las rosas de su Corazón materno.
(Aplausos.)