Birmingham, Alabama, EE.UU.

Programa grabado con la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini como invitada especial
Estación de radio WEWN Catholic Short Wave Radio
Miércoles, 20 de abril de 1994

  • ¡Oh, Espíritu Santo!, alma de mi alma, yo te adoro, iluminadme, guiadme, confortadme, consoladme, decidme lo que debo hacer, dadme órdenes. Te promete someterme a todo lo que deseéis de mí, aceptar todo lo que me permitas hacer, hacedme tan sólo conocer tu voluntad, tu voluntad.
  • Ven, Espíritu Santo, ven a nosotros, ilumínanos con las luces de la fe, del amor y de la confianza ilimitada al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María.

El Hermano Pascual le pregunta a la Sra. María Esperanza:

¿Sra. María, si pudiera, por favor, decirme cuál es el mensaje de Betania y cuál es la importancia de la aparición de la Santísima Virgen María? Y también, ¿Cuál es la importancia de la Eucaristía, por favor?

La Sra. María Esperanza responde:

Buenos días a todos, a todos estos radioescuchas que están esperando una palabra de una Madre que nos viene a salvar, que nos viene a enseñar, que nos viene a evangelizar y ello es Betania, un lugar humilde, pobre, donde hay muchos campesinos, pero hay mucho amor y mucha decisión de todos sus hijos en llevar su mensaje a todas las naciones, y entre esas almas, esta mujer que sentís aquí que ha venido a conocer esta tierra bendita, que Madre Angélica ha convertido en fe viviente para todos sus radioescuchas.

Y hoy es su cumpleaños y quiero felicitarla Madre, mis felicitaciones y que el Señor siga coronando su vida de esperanzas para el Pueblo de Dios, para todas las almas que esperan su palabra cuando viene, sea en la televisión o en la radio.

Entonces, radioescuchas yo estoy aquí, soy María Esperanza, la Sra. María Esperanza de Bianchini de Venezuela donde en Betania, una tierra que obtuvimos nosotros, que compramos hace algunos años, vino mi Madre. Yo fui la primera que tuve la gracia, pues, de verla y de que ella me dijera sus mensajes los cuales están cada día aumentando, porque cada día ella viene a enseñarnos a vivir mejor, o sea, a enseñarnos que el cristiano debe ser un buen católico, un católico cristiano, un católico que siente a su Iglesia, que la ama y que lucha por esa Iglesia con sus hermanos para que así muchas almas se salven.

Bueno, en Betania la Virgen María nos ha dejado un mensaje de amor y de enseñanza al Pueblo de Dios. Ella viene en su nave de María para embarcarnos a todos para que vivamos unidos en el amor de Jesucristo, su Divino Hijo, porque el Padre lo quiere así, el Padre Eterno de los Cielos, quien nos creara a todos a imagen y semejanza suya, para que el Espíritu Santo soplase sobre de nosotros e irradiase luz en todos los rincones de la Tierra. La Virgen nos dice: “Hijitos míos, mi Corazón os di, mi Corazón os doy y mi Corazón os seguiré dando por siempre”.

Entonces, hermanos, oigamos a la Madre Santa, ella María, complaciéndola en ser mejores cada día, porque ella nos quiere mejores, ella nos trae una enseñanza de amor y de unión entre los hombre de buena voluntad para que así el genero humano todo se salve, porque en la unión está la fuerza y la decisión que debemos tomar para poder, realmente vivir el Evangelio. Es la evangelización que estamos recibiendo de la Madre y esa evangelización que nosotros vamos a hacer con nuestros hermanos es el compartir, el unirnos, el amarnos, el soportarnos, el ayudarnos el uno a otro para que así crezca el amor, vaya creciendo, aumentando en todos los hogares, en todas las familias, en las universidades, en todas partes del mundo.

La Virgen viene para todos. Es una invitación de reconciliación, de fidelidad a nuestra Iglesia, de amor al Santo Pontífice, a su clero bendito, a sus hermanas religiosas, a todas las comunidades religiosas y a todas las comunidades sociales. A todos nos invita la Madre a seguir los pasos suyos de Madre, María de la Humanidad; porque ella es la Madre de toda la humanidad, es un ejemplo vivo a todas las generaciones futuras y ya pasadas.

María siempre ha venido, siempre María ha estado con sus hijos, y ahora viene de nuevo para reconciliarnos porque sin reconciliación no puede haber la paz. Necesitamos, entonces, reconciliarnos y ayudarnos mutuamente creciendo con el amor del justo.

Entonces, hermanos, yo los invito a todos en esta tierra bendita a que pongan atención a ese llamado de la Madre a la Reconciliación para que vivamos vida evangélica, cristiana, verdadera y nos sintamos por dentro regocijados de que la Madre María convive entre nosotros, nos está llamado para enseñarnos por el amor de ese Hijo, Cristo Jesús, quien diera su Sangre, derramándola para salvarnos, para purificarnos, para ayudarnos, tan es así, que tenemos su Cuerpo Místico.

En Betania, Jesús ha venido con su Sangre preciosísima para bañarnos, limpiarnos, purificarnos y donarnos ese amor suyo tan grande. Y Él permanece en todos los altares del mundo esperando a que se acerquen todos sus hijos, porque allí está Él limpiándonos a todos para que así se cumpla lo que Él desea, la reconciliación de los pueblos y naciones, como lo pide su Madre. Complazcamos a Jesús, Jesús es la fuente de todo bien.

La Eucaristía es nuestro manantial de vida nueva, es nuestro alimento, su Cuerpo Santo, su Cuerpo Sacratísimo, puro y divino que nos alimenta y nos seguirá alimentando a través de los siglos a todas las generaciones venideras, porque Jesús es ejemplo vivo que está donándose de nuevo en estos tiempo para salvarnos, para ayudarnos a cumplir sus mandamientos de la Ley de Dios, esos mandamientos que son el ejemplo vivo de una familia cristiana que quiere vivir en cónsona con su Iglesia materna.

Maternidad de María, Madre de la Iglesia, Reconciliadora de los Pueblos, Madre de la paz de Medugorje, es María la Madre la que nos viene a buscar para hacer de nosotros pequeñas ovejas de su Divino Hijo que nos va conduciendo, pero ella a su lado siempre allí con Jesús y con nosotros. Vamos al Padre, al Padre Celestial porque el Padre ha decretado que el mundo hay que salvarlo a costa de sacrificios y de renunciamientos al mundo, sus placeres y a tantas cosas que están agotando al hombre. El hombre está viviendo un momento difícil y es la hora de volver los ojos al Señor y a su Madre para poder salvarnos a todos.

Ahora, gracias a vosotros de esta gran estación, yo diría de Madre Angélica porque es ella la esperanza de este pueblo con sus charlas cada noche, cuando se presenta al público. Anoche, yo tuve esa gracia tan grande de encontrarme a su lado para dar mi palabra en la televisión, a tantos seres que están buscando su gran verdad.

Sabedlo bien, la gran verdad de todos nosotros es Jesús, el Salvador del Mundo, Jesús en su Divina Misericordia, Jesús Corazón vivo de Jesucristo, Él que nos viene a salvar de nuevo, Él nos redimió con su Sangre, nos salvó, pero el hombre todavía sigue pecando y entonces Él nos viene a recoger de nuevo. Es por ello, espérenlo que falta poco para que todos podamos decir: Señor, cúmplase tu voluntad en todos nosotros.

Gracias, Señor, bendito seas porque te estás dando de nuevo a tus hijos, te diste en aquellos días, tu Vida, tu Sangre, tu Cuerpo místico, y hoy vuelves de nuevo a recogernos en esa misma Sangre, pero resucitado totalmente. Tú resucitaste, pero el hombre ha tratado de opacar una gran verdad, de que Tú eres el Hijo de Dios, el esperado por todas las generaciones y que no hay más nada que pensar, sino que Tú, Jesús, eres la fuente de vida de todo bien y que nos vas a salvar de nuevo en estos tiempos de gran calamidad.

Gracias, Señor, bendito seas. Gracias, Madre, Ave María gracia plena. Y gracias a esta estación de radio bendita por las manos de María. Gracias a estos muchachos, Dios los guarde y los bendiga.

A todos los seminaristas llamo, caminen con María, la Madre de Dios para que puedan así ayudar a salvar a sus hermanos. Dios los bendiga a todos, a todo este pueblo bendito, Dios los guarde. Hasta pronto. Gracias.