Birmingham, Alabama, EE.UU.

Programa en vivo Mother Angelica Live con la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini como invitada especial
Estudios EWTN
Martes, 19 de abril de 1994  7:00 p.m.

(Aplausos.)

MADRE ANGÉLICA: Gracias. Bueno, esta noche tenemos un público fantástico. Cómo pueden ver. Bueno, no pueden ver porque la mitad está en la cocina y la otra mitad está cerca de la puerta.

(Risas.)

Antes de empezar, tenemos una invitada maravillosa alguien que yo nunca pensé que viniera, fue algo medio extraño, cuando le escribí a María… tenemos a María Esperanza esta noche acá, a su esposo y a dos traductoras… cuando le escribí, la Hermana María Cordé me dijo después de que le envié la carta: “¿Sabe, Madre, María a veces puede leer las almas?” Yo dije: Bueno eso lo arruinó todo.

(Risas.)

De todas maneras, no arruinó nada. Ella está aquí y ¿saben?, hoy en día en la Iglesia, en el mundo, en este país hay mucho desánimo, tristeza, desconfianza y temor. Le tememos a todo, menos a Dios y eso es lo que necesitamos; y qué significa temer a Dios, temer a Dios significa que amo a Dios tanto que quiero hacer su voluntad y no le quiero ofender.

Tenemos a María Esperanza con nosotros aquí esta noche. Todos sabemos lo que puede suceder: castigos, purificación, todos sabemos que nuestros pecados lo merecen. No necesitamos una profecía para saber esto. Pero María no está aquí esta noche para hablarnos de castigos ni de purificación, yo creo que está aquí para hablarnos de un mensaje muy importante: Nos debemos arrepentir, debemos estar dispuesta a aceptar la misericordia de Dios, debemos saber que Él es nuestro único Señor, nuestro único Dios y que dependemos de Él para todo.

También debemos entender que María conoce del futuro, es muy realista y sabe de aquello que realmente es importante y ello es que debemos transformarnos en imagen de Jesús. Si logramos esto no hace falta que venga un castigo, la Iglesia se volverá a renovar y nosotros seremos un pueblo nuevo.

Quiero presentarle una gran mujer, una mujer que ha recibido gracias y dones muy grandes de Dios; ella está aquí para compartir su amor, esperanzas y sus deseos.

Démosle la bienvenida a María Esperanza de Bianchini.

(Aplausos.)

María, dinos algo acerca de Betania.

 

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Betania es luz del mundo, es esperanza para la humanidad doliente, o sea, de aquellas almas que van en busca de mi Madre, Nuestra María, Virgen y Madre Reconciliadora de todos los Pueblos y Naciones. Betania es una aldea pequeña donde viven muchas personas pobres y necesitadas, pero allí se respira paz, serenidad y la alegría del vivir diario con las promesas de esa Madre Bendita que ha venido a darnos la alegría de decirnos: “Hijitos, mi Corazón os di, mi Corazón os doy y mi Corazón os seguiré dándoos por siempre.”

Es una Madre que llega entregando su Corazón para que nosotros cambiemos nuestra actitud frente a la vida y podamos realmente vivir el Evangelio. María nos está pidiendo la evangelización, que nos preparemos, sí, porque se acercan momentos difíciles, se está deteriorando esta humanidad doliente, y ese deterioro espiritual es necesario acabarlo de una vez para siempre. ¿Y cómo podréis hacerlo, me preguntareis? Cambiando de actitud frente a la vida con humildad, con generosidad ferviente al hermano porque debemos recordar el mandamiento de ese amaos los unos a los otros.

Entonces, es la hora de reflexionar y de ir buscando nuestra propia verdad: Qué hay dentro de nosotros, cómo podemos cambiar nuestra actitud frente a la vida, qué desea el Señor de nosotros, porqué ha venido Nuestra Señora, no solamente en Betania.

Nuestra Madre Celestial se ha presentado en otras naciones trayendo un mensaje de amor para todos sus hijos. Yo pienso, y al principio dije, que Betania es luz del mundo porque yo estoy segura que el hombre va a despertar, y será un despertar maravilloso con la alegría del niño inocente que se encuentra con su Señor y con su Madre, con María de Nazaret, la Flor del Carmelo, la mujer humilde y generosa que lo dio todo especialmente al pie de la Cruz, allí cuando su Hijo se desvanecía en sus brazos. ¡Oh, muerte maravillosa la de Cristo! Y qué belleza sin igual aquella voz cuando nos dijo: “Sed tengo”, sed de almas quiso decirnos. Jesús sigue con esa sed continua en la Cruz porque quiere encontrarse con nosotros realmente tal como vivimos, y en especial como esta gran mujer que tienen aquí, una Madre que lo está dando todo a sus hijos, que llega a todas las naciones del mundo con su mensaje desde aquí.

Es desde bastante tiempo ya que la tienen ustedes; qué alegría tan grande para aquellos que la escuchan y verdaderamente saben apreciar cuán grande es su bondad y su ternura. ¿Y saben todo ello por qué es? Porque ama a María, porque se consagró a Jesús, le dio todo lo mejor de su vida.

Tenemos nosotros que reflexionar también que aunque no seamos religiosas, o sacerdotes los hombres, cada uno tiene su misión, un obrar diario, un querer de ese algo que esperamos con el alma llena de emoción, porque todos tenemos aspiraciones en la vida. Muchas veces nos sentimos presionados por la vida, por tantas otras cosas y nos preguntamos: ¿Por qué, Señor, tanta tristeza y dolor? Cuánto llanto han derramado las madres en las guerras. Hace poco, tres o cuatro años más o menos, Estados Unidos salió adelante a un encuentro rudo y feroz, pero salió ileso, por supuesto, pérdidas de vidas, pero esas vidas murieron con un gran valor y con un gran amor a la patria por aquellos oprimidos.

Entonces, nosotros los católicos, los cristianos si pretendemos ser buenos católicos y buenos cristianos tenemos que dar la vida por el hermano sin pensar que mi vida la voy a perder, no. Hay que dar la vida por el hermano y para salvar al hermano, para ayudarlo a mejorar en todo concepto: A los pobres tenderles las manos, al encarcelado ir a visitarlo con una palabra de aliento y de consuelo, al hospital ir en pos del enfermo con una sonrisa con un apretón de manos. Eso es lo que el Señor quiere de nosotros, que seamos sencillos y generosos; el Señor no está en lo grande, en la cumbre, no. El Señor está en los más pequeños; es por ello, que nosotros tenemos que abrirle los brazos a todos cuantos se avecinen a nosotros en búsqueda de ese algo que ellos quieren encontrar… comprensión, esperanza y fidelidad. Hay almas todavía fieles a los mandamientos de Jesucristo, Nuestro Señor que dio su vida por nosotros.

Es por ello, que ustedes me ven aquí, mi Madre Reconciliadora de todos los Pueblos me pidió: “Hijita, ve de un lugar a otro, si te invitan no niegues tu palabra.” Por supuesto, yo le he dicho: Pero, Madre, yo no estoy preparada, no tengo una gran cultura, no sé nada. Y sentí en mi corazón esa voz suave diciéndome: “No importa, hija, yo te acompañaré, es la esperanza que puedas dar, es la ilusión a tantos seres que viven en la ignorancia sin saber  que hay un Dios en perfección, que hay una Madre que está ofreciendo su nave, una nave donde todos se pueden embarcar y sentir el calor y el amor de una Madre que se sigue dando.” Se dio en el Calvario, y se sigue dando en todas las partes del mundo para aliviar aquellos que sufren, consolar, dar salud y la vida a aquéllos que lo necesita. Porque es vida sobrenatural lo que da María, es la esperanza lo que da María, es la alegría de las pequeñas cosas, no son las grandes, son esos pequeños detallas, pequeñas cositas que llegan al corazón como ver la sonrisa de un niño, como ver a un anciano encorvado por los años que ya no puede caminar y extiendes tu brazo para ayudarlo a caminar. ¡Qué hermoso es esto, Dios mío!

Estoy viendo tanta tribulación, tantas familias tristes sufriendo en los hogares porque el hijo se fue, porque el esposo la dejó, se fue tras de otra mujer. ¿Qué es esto, Señor? Entonces, me pregunto, ¿vamos a seguir así? Especialmente en estos momentos hay que hablar de algo que es muy importante, me pregunto cómo es posible, no, no se puede ser así, es una pequeña criatura que llevas en tu vientre… la sociedad, el mundo… tu sociedad es aquel ser, aquella criatura que llevas en el vientre, quizás, fue concebido por un placer, pero esa criatura tiene que venir al mundo. ¿A dónde vamos a llegar? Tantas cosas… la droga, tantas cosas juntas… nuevas. ¿Qué es esto, Señor, cuando tenemos algo que es tan bello que es nuestra religión católica, apostólica, romana universal? Porque la religión católica es universal. Les voy a decir una cosa, mientras el hombre no reconozca a Jesús el mundo, el hombre seguirá viviendo en un estado de deterioro espiritual, de depresión.

Jesús está y convive entre nosotros y María, Virgen y Madre de la Iglesia; conviven entre nosotros, no los vemos, pero los sentimos en nuestro corazón nos dicen cuando estamos haciendo daño, nos corrigen, nos enseñan cuando estamos cometiendo una falta, sólo que a veces pretendemos que no escuchamos nada. Hay que saber escuchar, hay que aprender a corresponder a la gracia del Espíritu Santo para sentirnos renovados.

Es por ello, que hay que orar mucho el santo rosario en familia, eso lo dijeron primero en Fátima y en tantas apariciones, pero ahora es el momento, es la hora más difícil, para que lo sepan, que está viviendo el hombre porque hay confucionalismo, hay decadencia espiritual, hay dolor y llanto en las familias, los hijos que se van y las madres adoloridas, tristes y abatidas de ver sus hijos irse que aman y seguirán amando tanto, y que dieron tanto por ellos. Son los problemas de esta vida.

Es por ello que a los hijos, le hablo a las madres de familia, de pequeños hay que corregirlos, hay que hacerles ver las cosas. Pero no se les puede dar mucha soltura porque nos los arrancan del corazón; no se puede arrancar un hijo del corazón para que vayan a vivir con otros corazones que no saben de dónde vienen ni cómo llegar, cuyas mentes se están perdiendo. Entonces, nosotras las madres de familia, reflexionemos para salvar a nuestros hijos, a nuestra familia, esa es la base primordial de todos los cristianos: Amar a su familia, desear tener a su familia a su lado, compartir lo poco o lo mucho, todos juntos, todos unidos en un solo corazón abiertos a la gracia del Espíritu Santo obrando en nosotros la renovación.

Me emociono realmente, pensarán muchos por allí, pero me pasa cuando hablo de la familia, de nuestra fe en Jesús, de nuestra religión amadísima; amo a Jesús, amo a mi Madre. Si el Señor me lo hubiera concedido yo también estuviera así… sirviéndole como una religiosa, pero pienso, Señor, que tenemos que cumplir nuestra misión adonde sea que estemos.

Y ahora hay algo muy importante, hay momentos difíciles para nosotros los cristianos, hay momentos duros y dolorosos que tocan mi corazón profundamente: Hay en la Cátedra de San Pietro un gran hombre que es nuestro Santo Padre, Juan Pablo II; pidamos por él, por su salud, por su vida que se ha dado yendo de un lugar a otro en busca de sus hijos, de todos en imitación de Jesús llamándonos, ayudándonos, pidamos por su salud. Pidamos por los sacerdotes para que ellos permanezcan sumisos al Pontífice, leales y justos porque es la dignidad humana que no se puede perder, que hay que defender por la gracia del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo, deben saberlo todos, está soplando para todos; luz y libertad del hombre, conocimiento divino.

Y al decir luz, es la luz que viene a nosotros para encontrarnos a nosotros mismos y mejorarnos como seres humanos, como personas que somos; y conocimiento porque da el conocimiento y ese conocimiento nos enseña a vivir las leyes de la vida que tenemos frente a nosotros, una vida que resurge con la esperanza de mejorar esa vida interior porque según como nosotros vivamos, así nosotros también podremos responder a la gracia, a esa gracia que llega a nosotros iluminando nuestros pasos, dándonos a conocer realmente para qué servimos. Cada persona tiene su gracia y esa gracia tenemos que desarrollarla porque viene del Señor, entonces nosotros como personas vamos a hacer lo mejor posible para poder realizarnos por medio de ese entendimiento que el Señor nos da; que yo creo es el conocimiento. Yo amo mucho el don del entendimiento porque nos ayuda a entender qué quiere el Señor de nosotros, qué debemos hacer, cómo debo reconocer, Señor, cuál es tu santa voluntad.

Les voy a decir, antes de venir aquí, le dije al Señor: ¿Qué quieres de mí? Cuando recibí la invitación, su carta fue algo maravillo; fue la primera invitación que yo dije que sí inmediatamente; siempre pienso un poquito, dejo pasar un tiempito, un mes; pero sentí que tenía que decir que sí. He venido con mucha humildad y sencillez (el Señor nos quiere así), no vengo con grandes palabras o grandes cosas, no; vengo con el corazón a darles el raudal de amor de una Madre, que es María que les transmite amor a sus corazones, que les ayuda en sus necesidades, que les alienta, que les tiende la mano, que les ayuda con su gracia con sus familias, con sus hermanos.

Y algo importante, voy a repetirlo porque lo dije muy suavemente: oremos por nuestros sacerdotes, necesitamos santos sacerdotes, necesitamos mártires si es posible. Tenemos que volver a aquella época cuando Jesús transitaba por la Tierra, después dio su vida y después lo siguieron. Ya vemos a San Pedro en Roma cuando abandonaba la ciudad, tembloroso tuvo miedo y en Quo Vadis, usando el niño en el carruaje donde iba, dijo: “Vuelvo a Roma a dejarme crucificar”. He aquí, Pedro se levantó y ofreció su vida como holocausto de amor a su Señor. Ya ven Pedro, San Pablo también en Roma dio su vida. ¿No vamos a tener héroes? Héroes de Dios, héroes al servicio de la Iglesia, esa Iglesia bella y hermosa que sufre por cada hijo suyo, el Santo Padre sufre por todos nosotros, es el representante de Jesús y es él quien tiene el derecho a dar la pauta a sus hijos y que ellos obedezcan con humildad y generosidad de corazón.

Entonces, yo pienso en este momento que va a haber un cambio; hay mucha gente buena en el mundo, no son todos malos, lo que ha pasado es que si algunos han cometido errores en la vida fue porque en su crecimiento estuvieron solos, quizás, por el mundo, botados por allí y se han sentido en la sociedad como atribulados porque han visto que nadie les ha tendido una mano, y han ido en pos del pecado y de la maldad.

Les hablo a todos los que están en la incertidumbre de no saber qué hacer en esta disyuntiva que se presenta en el mundo en que están sufriendo la falta de confianza en el amor a nuestro Dios. Esa falta de confianza búsquenla dentro de su corazón y ese corazón que tienen dentro latirá que con voces de júbilo para ir cantando: He encontrado a mi Señor y el Señor me ha tendido una mano para ayudarme a caminar correctamente por la vida, con el conocimiento de que existe un Dios fuerte, perfecto, grandioso, omnipotente, único, Dios que nos creara as su imagen y semejanza, pero un Dios que escogió a Jesús como Hijo de sus Complacencias para salvarnos a todos.

Entonces, tenemos a un Salvador en su divina misericordia. Ya lo ven ustedes, Sor María Faustina cómo se le presentó el Señor derramando Sangre y agua de su Corazón en estos tiempos modernos, pero primero fue a Santa María de Alacoque, el Sagrado Corazón de Jesús y ahora a Sor María Faustina.

  • Sangre y agua que brotáis del Costado de Cristo, ten piedad y misericordia de nosotros y del mundo entero

Vivamos la divina misericordia del Señor cada día, con ese rosario en mano también, recemos el santo rosario a la Madre de Dios, a la divina misericordia y al Sagrado Corazón de Jesús.

  • Sangre y agua que brotáis del Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia del mundo entero.

Les hablo de la misericordia porque es la hora de la gran misericordia del Señor. Jesús está pronto a venir. Dirán ustedes, ¿Cómo es posible que el Señor va a venir? Va a venir, vamos a confiar; el Señor convive entre nosotros, sólo que no se ha hecho sentir, está calladito palpitando en nuestros corazones, pero llegará el día en que lo veremos irradiando luz, una luz que nos cegará; pero lo veremos ya libres de todo defecto o falta que hubiésemos podido tener, libre de las enfermedades, libre de todo mal pensamiento; resucitaremos con Él, es la nueva resurrección.

Entonces, a este público y a alguien que pudiera estar lejos escuchando a esta pobre mujer les pido comprensión, esa comprensión de quien tiene la esperanza de poder servir a su Dios, porque a Dios se le sirve con mucha comprensión con nuestros hermanos. Tenemos todos que ayudarnos y darnos las manos porque es lo que nos pide la Madre de Betania. Todo esto que he dicho es como un resumen de las cosas bellas que mi Madre me ha dicho: Reciban a sus hermanos no importa cómo lleguen o de dónde vengan, recíbanlos; ellos tienen derecho a vivir vida digna y honesta al servicio de la Iglesia, nuestra Iglesia amada, nuestra Iglesia santa que se está dando, que se seguirá dando eternamente porque las cosas de Dios son perdurables.

Yo sé que muchos piensan aquí: “¿Qué querrá esa señora? Realmente, yo les voy a responder, yo deseo que todas aquellas pequeñas jóvenes que están allá, religiosas que den su vida, que perseveren, hijas, perseverar en lo que se propongan en la vida, a amar al Señor, a ser fieles a los suyos, a su congregación. Los sacerdotes que veo por allí, a permanecer libres de toda tentación, libres de cometer una pequeña falla, no. Cuando nos entregamos a Jesús, a Cristo es un juramento eterno, es como el santo matrimonio que no puede ser disuelto. Que el Señor los ilumine a todos y les dé la perseverancia. Hay santos sacerdotes, yo conozco santos sacerdotes buenos, pero también puede existir algunos que quizás por ser jóvenes o por cualquier cosa… no se pueden cambiar las leyes de una doctrina, de un papado reinante, no se pueden cambiar las normas de esa Iglesia; me excusan, pero hay que vivir realmente el Evangelio y esas vidas mantenerse firmes dando sus vidas si es necesario por esa santa Madre la Iglesia que el Señor nos concediese con su Divino Hijo Jesucristo.

Hay muchas cosas de qué hablar, el resto lo dirá la Madre que ha sido un regalo para mí en estos días porque ella es una veterana. A pesar de tener mis años también, yo era temerosa con las personas, le tenía miedo a la gente, me escondía de joven, ya después me entregué, le di mi juventud al Señor, yo quise ser religiosa, pero el Señor me quiso en el mundo y aquí estoy batallando con un esposo, 7 hijos y 14 nietos.

(Risas.)

Entonces, Madre Angélica, gracias a todos, gracias por esta noche espléndida que me han dado cuando veo sus ojos compartiendo sus dolores, penas, quebrantos y también sus alegrías. Yo estoy segura que mi Madre en esta noche hará sus milagros; es ella mi Madre, es Jesús, su Hijo, quien curaba los enfermos, los sana y los va a sanar, los va a aliviar, van a irse renovados con mucha alegría llenos de amor, llenos de gratitud a la Madre, porque es ella, María, la que viene a conducirnos en su barca para que embarquemos de inmediato para vivir una vida verdadera, cristiana y auténtica. Gracias. Amén.

MADRE ANGÉLICA: Pero todavía no hemos terminado.

(Risas y aplausos.)

María, nos has dado muchas gracias del Señor porque renuevas en nosotros nuestros deseos más íntimos. Tenemos la tendencia a olvidarnos de lo sublime y siempre estamos en las cosas negativas, en lo que está mal. Así que es maravilloso tener a alguien tan cerca del Señor, que lo ha visto, que lo ha escuchado, que ha escuchado a Nuestra Madre, alguien que tiene un lugar lleno de tantas gracias para miles que van a Betania. Usted es un regalo de Dios para recordarnos que hemos sido llamados a ser santos, fuimos creados para ser santos, fuimos creados para estar con vivir con Dios y creados para vivir el Evangelio.

Estoy tan agradecido por tenerla aquí.

Tenemos una llamada. ¿Aló, hola, de dónde llamas, cuál es tu pregunta?

UN JOVEN: Hola, Madre, soy de Wisconsin. Tengo un hermano que murió hace tres años, en la familia tenemos una enfermedad poco común. Mi hermana y yo tenemos la enfermedad aunque todavía no mostramos ningún síntoma, pero de acuerdo a las estadísticas en algún momento de nuestras vidas comenzaremos a padecer la enfermedad. Pero  desde que mi hermano murió tengo problemas con mi familia, discutimos y peleamos todo el tiempo, aunque trato de ser una mejor persona yendo a la confesión cada dos semanas, pero parece que esto ya no me ayuda, aunque trato de ser mejor, eso no me ayuda.

 

MADRE ANGÉLICA: ¿Por qué no te ayuda?

UN JOVEN: Parece que lo que no me ayuda es ir a la confesión, no sé, además ya no sé si sé rezar o no.

MADRE ANGÉLICA: ¿Te refieres a tus sentimientos?

UN JOVEN: Sí. ¿Cómo pudiera evitar discutir con mis padres y con los demás?

MADRE ANGÉLICA: María.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: No se preocupe. Vas a sentir en tu alma, hijo mío, la caricia de María. La Madre Santísima va a detener el mal y van a sentirse renovados, toda la familia. Yo sé que ha habido llanto y dolor en sus almas, que están sufriendo mucho, pero la mano de la Madre Santa les hará una caricia, y por medio de esa caricia les hará un gran milagro de amor. Yo no sé nada, soy una pobre mujer, pero amo a mis hermanos, siento su dolor y yo lo quiero tomar porque el Señor me da la fuerza para resistir. Tranquilo, hijo, no sé quién eres, pero sé que tienes un corazón y sensibilidad humana porque te estás acercando al Señor en medio de todos esos factores contrarios; sin embargo, existe ese encuentro. Ya eso es bastante, y ese bastante es mucho y ese mucho es Dios que está dentro y eso es lo importante con la esperanza de la salud de todos los tuyos.

Que Dios te guarde y te bendiga.

MADRE ANGÉLICA: Alabado sea Dios. Que Dios te bendiga. Tenemos otra llamada. ¿Aló, de dónde eres?

UNA SEÑORA: Soy de Nueva Orleáns y tengo una pregunta para María Esperanza en español, ¿se la puedo hacer?

MADRE ANGÉLICA: Sí.

UNA SEÑORA: ¿María Esperanza, me llamo Silvia y quiero saber qué más puedo hacer para acercar a mi hija, Miriam, y a mi hijo espiritual, Manuel a Nuestra Madre Celestial y a Nuestro Señor?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Mi amor, la oración es el bálsamo eficaz para las almas, siempre y cuando la hagamos con solicita ternura a la Madre Santa. Pídele mucho, sigue rezando, sigue acercándote a la Eucaristía y sigue firme con tu intención para que todo vuelva a su estado normal y justo. Yo sé que estás sufriendo y comprendo el momento difícil, pero vas a ver que llegará a su finalidad y esa finalidad es que todo vuelva a lo normal a lo justo.

Entonces, tranquila y piensa que mi Madre desde esta noche se hará sentir en tu casa, ya lo vas a ver, pero ora hija: Oración, meditación, penitencia y Eucaristía; esa es la base.

MADRE ANGÉLICA: Alabado sea Dios. Tenemos otra llamada. ¿Aló, de dónde llamas y cuál es tu pregunta?

UNA JOVEN: Hola, de Nueva York. Tengo un problema cerebral y me preocupo mucho porque no puedo rezar como me gustaría y siento que no puedo avanzar espiritualmente si no puedo rezar.

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Mira, mi amor, yo sé que estás sufriendo mucho. Es difícil cuando uno piensa que el cerebro está fallando, pero piensa que te vas a recuperar. La fe, esa fe que nace de lo profundo del corazón te ayudará mucho. Piensa que el Señor está contigo y esa cabeza, toda tú completamente va poco a poco a sentirse aliviada, serena en los brazos de María… allí reposa. Piensa que ella es la Madre buena que nos viene a salvar, y nos viene a reconciliar con todos nuestros hermanos separados. Ella viene, ha venido y está tocando a las puertas de tu corazón; abre las puertas de tu casa, ábrele tu corazón y dile: “Basta, Madre, por favor, ten compasión de mí”. Y María dulcemente te dirá: “Hijita, estoy contigo, velo aquí y trato de mejorarte y de aliviarte. Todo pasa… tranquila, alegre, sé feliz… estoy a tu lado, no te abandono.”

MADRE ANGÉLICA: Gracias Jesús. Tenemos otra llamada. ¿Aló, de dónde llamas y cuál es tu pregunta?

UNA JOVEN: De Alabama. Madre, mi mamá y dos de mis tías recientemente fueron a Betania. Yo me preparé para hacer una pregunta acerca de la Iglesia, pero mi madre me acaba de llamar y me pidió que por favor le preguntara a María acerca de mi hermana que dejó la Iglesia, mi madre ha estado rezado muchísimo y creo que necesita unas palabras de ánimo. Mi pregunta inicial era acerca del dolor y la desobediencia que hay en la Iglesia y quería preguntar si ésta era una época de prueba para la Iglesia. Así que tenía la esperanza de que María me hablara de estos dos puntos.

(La Sra. María Esperanza le hace una seña a la Madre Angélica para que ella responda. Risas.)

MADRE ANGÉLICA: Ella está preocupada por su hermana, ¿puede contestar a esa pregunta primero?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sí, hija, sí te voy a responder. Mira, quizás, posiblemente y estoy casi segura que hubo una amistad y de esa amistad surgió esta indiferencia y todos los problemas que han llegado. Puedes estar segura que aunque se haya alejado de esa Iglesia amada, ella volverá; no te importe en este momento, sé que toda la familia está sufriendo pero ella va a ver la luz, el Espíritu Santo iluminará su alma y volverá a vivir honesta y dignamente siguiendo esa fe que le enseñaron sus padres, su familia. Tú debes orar también, la oración es la luz que ilumina nuestros pasos por la vida aquilatando nuestra fe y ayudándonos a armonizar con todos nuestros hermanos que tengamos a nuestro alrededor, aún con aquellos que están lejos.

Todo ello es un compendio de vida nueva que el Señor nos ofrece cada día para vivir una vida suave, tierna y natural llena del amor de una Madre, María que no se olvida de nosotros.

Que Dios te bendiga y bendiga a tu hermana. María la toma del brazo y la devolverá al camino a seguir en seguimiento de tomar la cruz.

MADRE ANGÉLICA: Tenemos muchas preguntas, María, la gente está muy angustiada por la condición de la Iglesia en el sector donde vive y muchos han preguntado acerca del final de los tiempos. ¿Qué le gustaría decir?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Bueno, este siglo está agonizando y, por supuesto, muchas almas también porque se encuentran pasando por momentos muy difíciles. El hombre ha dejado de cumplir, me excusan, no todos, pero sí una parte y ha entrado en ellos la duda, o sea, la desconfianza, han tratado de buscar la verdad en los medios donde hay estragos, dolor y llanto porque en ese medio vive una parte de personas que se mueven desordenadamente.

He aquí, la caída. Está decayendo, está arruinándose la vida de muchos seres: la tentación, el abuso como persona en cosas que no son justas, que son indignas, en probar qué sienten, discúlpenme, las pasiones desenfrenadas, todo el abuso de nuestro ser como ser humano en cosas que son indignas, todo ello, trae ruina moral y viene ese estado de abandono, viene una cosa y más y más y el hombre pierde la corriente maravillosa del amor vivido con su Dios.

Es por ello, en medio de este siglo agonizante y de toda esta gente que está, como quien dice, mutilada por del desorden familiar equivocado buscando cosas que no son justas comienzan a decaer y a volverse, digamos, sino locos posiblemente…

MADRE ANGÉLICA: Nos quedan dos minutos. ¿Jesús viene?

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Sí.

(Aplausos.)

MADRE ANGÉLICA: Ajá, sí.

(Aplausos.)

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Jesús viene muy pronto y la corriente divina suya nos abrazará a todos llenándonos con infinita ternura.  Llamo a todos los países del mundo, a todas las razas, los pueblos, las naciones, de todas las fe, a que nos unamos en un solo corazón, en un solo sentir vibrando en el amor de un Jesús resucitado porque todos tenemos que resucitar con Él. Acepten, aquellos que no creen, al Hijo de Dios, al hombre esperando por todas las generaciones que vino y que todavía se sigue dando.

Es la hora del despertar para abrir rutas y caminos a aquellos que vienen detrás, a los pequeños.

MADRE ANGÉLICA: Lo importante es que viene.

(Risas y aplausos.)

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: ¡Qué bella!

MADRE ANGÉLICA: Quiero agradecerte. Muchas gracias ¿Se dice así?

(Risas.)

SRA. MARÍA ESPERANZA DE BIANCHINI: Muchas gracias.

(Aplausos.)