Palabras de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini
Jueves, 24 de octubre de 1991

El amor sana a todas las almas buenas y la Madre de Dios está con todos y viene a buscarnos y a curarnos de todos nuestros males físicos y espirituales.
[…] realmente podamos vivir todos unidos como vivís vosotros aquí humildes, sencillos, pero con Dios, con el amor de la Madre suya que viene a enseñarnos, que viene a evangelizarnos para poder, esta juventud crecer, que se desarrolle – estos niños inocentes – para todos unirse como se unen los pajarillos chicos y su madre.Con esto quiero significarles que es la humildad el tesoro más grande, no hay otra cosa, la humildad, la sencillez, la espontaneidad, la naturalidad; así nos quiere María como somos, con nuestras cualidades y defectos, pero tratando de mejorar nuestra vida interior, eso que llevamos dentro.
Todos tenemos una llama, un fuego; esa llama, ese fuego tiene que crecer como hermanos por la Madre Santa de Cristo Jesús.
He aquí, la Madre suya, esa Madre del cielo que nos viene a buscar para alimentarnos con su palabra, con su generosidad, con su bondad, con su ternura, con su sencillez, porque sencillez es lo que más la Madre quiere.
Quizás, ustedes me vean y digan: “Esa señora para mí, me cuesta…” Colores no me gustan, yo me visto siempre de blanco. Yo quisiera vestirme humilde como las mujeres de vuestra casa: indios buenos, indios generosos, indios que pelearon y que vencieron las batallas en unión con aquellos próceres de la independencia.
He aquí, pues, gracias, Madre mía; gracias, María.
(Dirigiéndose a un niño enfermo.)
El amor sana a las almas buenas como tú.
Dios te guarde, mi amor. Sé feliz, no estés triste porque la Madre de Dios te viene a ayudar para que tú te sientas bien y lleno de amor en tu corazón para tu Madre.
(Luego, le habló a todos los niños enfermos.)
Que la luz y la gracia del Espíritu Santo estén con todos vosotros para que así todos sean curados, fortalecidos, llenos de caridad, llenos de amor, llenos de solidaridad humana, llenos de comprensión con sus hermanos.
Se acabaron los malos gestos, las malas acciones y todo aquello que perjudique a la comunidad. Aquí van a vivir los honestos, los dignos, los honrados, los buenos de verdad; los malos serán sacados fuera porque el Señor lo ha dispuesto así.
De tal manera que adelante, hijos, convencidos de que María está tomando este lugar con su Divino Hijo para afianzarlos en la fe para que ustedes se levanten en un mañana como un batallón firme de soldados de Cristo a defender sus derechos.
Dios los guarde a todos.