Maracaibo, Zulia, Venezuela

Discurso de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini
Básilica de la Virgen de la Chiquinquirá
Martes, 22 de octubre de 1991 7:50 p.m.

1ª misión apostólica Dr. Dennis Schmilinski, Sra. Connie Chumaceiro, Maracaibo, Zulia, Vzla 22-10-1991
1ª misión de evangelización Dr. Dennis Schmilinski, Sra. Connie Chumaceiro, Maracaibo, Zulia, Vzla 22-10-1991

Mi saludo para este pueblo grande y humilde agradeciéndole ante todo a su Obispo, Monseñor Domingo Roa Pérez. Gracias infinitas por habernos dado este manjar maravilloso con sus palabras que nos llegaron a todos al corazón; es un sacramento hermoso el suyo hacia este pueblo y en todos los pueblos del mundo.

Le doy gracias a mi Madre Celestial María por haberme traído. Sí, Madre, fuiste tú, tú lo has hecho todo, tú eres la que lo hace todo. Es para ti esa gloria bendita que tu Divino Hijo te ha querido dar, dándote nosotros gracias por los beneficios a nuestras almas.

Ahora, pueblo zuliano, gracias de haber asistido a esta Santa Misa que nos ha recogido en oración recibiendo el Pan místico, el alimento de Jesús que nos ha de llenar de fortaleza para siempre, porque es Él el alimento que nos ayuda a seguir adelante firmes, convencidos de que nuestra Iglesia católica, apostólica, romana, universal es la Iglesia de todos los cristianos del mundo, es la Iglesia que nos enseña y nos ayuda a caminar por veredas claras, limpias con el sol de la verdad de Jesús, Nuestro Señor Jesucristo.

Mi Madre me prometió, en este día, que visitaría todos sus hogares y que aquellos enfermos que tuviesen muchos años en una cama postrados los levantaría; ella se haría sentir no solamente aquí en Maracaibo, sino a nivel nacional. Esperemos que todos, de todos los rincones de Venezuela, aquellas almitas que han sabido de la visita de mi Madre Santísima a Maracaibo, reciban la gracia y la salud que tanto necesitan.

Gracias, hermanos.

Gracias, Santísima Virgen, gracias por este pueblo que ha sentido en su corazón amor. Es el amor, es la reconciliación, es la caridad cristiana que nos van a salvar; y vamos a salvarnos todos. Ya no más sufrir, pueblo mío, el Señor te ama, el Señor te quiere y su Madre nos ha venido a recoger a todos, les dejó esta imagen bendita de nuestra Madre de la Chiquinquirá y ahora se presenta en contraste con esta otra Madre aquí, Reconciliadora de los Pueblos. Es la misma Madre María bajo todas las advocaciones, pero en este momento ella, bajo la advocación de la Reconciliación nos viene a salvar para que nos reconciliemos, nos amemos, nos juntemos, unamos nuestra fe – va a llegar, ya es tiempo – y ayudarnos a aliviar la carga nuestra y la de sus hermanos también hasta realizarnos.

Ahora, en el Nombre de mi Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Ángelus.

Gracias a ustedes; gracias, hermanos.

Que la bendición del Señor los asista y a su Obispo que nos ha transmitido esa gracia del Espíritu Santo para que podamos vivir en armonía con todos nuestros hermanos para que venga la luz, amándonos y aliviando cada problema que tengamos. Así es que vive el cristiano con la caridad, es la caridad, allí es donde está el amor verdadero de un apóstol del Señor.

Dios los guarde a todos.

Buenas tardes, y bendita sea mi Madre Santísima, y a este gran Obispo que el Señor ha escogido para dirigir esta grey aquí en Maracaibo.

Gracias a sus sacerdotes, gracias a sus religiosas que han venido, gracias a todos los padres de familia, familias enteras que se han congregado para convocar a mi Madre. Ella dulcemente los mira, los contempla, pone su mano bendita sobre sus cabezas.

Alabado sea el Señor.