Emotiva celebración del primer aniversario de la Sra. María Esperanza

El día 7 de agosto la Sra. María Esperanza Medrano de Bianchini cumplió un año de haber recibido el premio celestial. Para rememorar su partida de este mundo que ocurrió a las 4:36 a.m. en Long Beach Island, Nueva Jersey, Estados Unidos sus familiares y amigos desde Venezuela y otros lugares distantes, hicieron una noche de vigilia en oración por las intenciones de la Santa Madre la Iglesia, del Santo Padre el Papa, de todas las familias del mundo y de los seres que de manera particular se encomiendan a sus oraciones.

Luego, hubo una Misa solemne en la Capilla del Cementerio del Este celebrada por Mons. Rafael María Febres-Cordero, la cual se vistió de gala con el amor de tantas personas que abarrotaron las instalaciones. Se contó con la asistencia de familiares, amigos, miembros del Movimiento de Espiritualidad Betania y miembros de Betania II, entre otros. La Coral Betania dirigida por María Auxiliadora Bianchini de León, los nietos y otra hija espiritual, María Alejandra Scelza quien se unió a la coral para adornar con emotivos cantos la Santa Misa. Mons. Febres-Cordero pronunció palabras hermosas durante toda la ceremonia y de forma especial en la homilía; hizo un maravilloso análisis de la vida de la Sra. María Esperanza, recorrió sus cualidades para concluir que realmente ese día era de gloria porque se estaba celebrando la vida de una señora con virtudes heroicas que se había entregado a la voluntad de Dios santificándose a través de su familia, la cual seguía sus pasos. Además, fue muy emocionante cuando Monseñor invitó al esposo de la Sra. María Esperanza, el Sr. Geo Bianchini, al altar para que complementara su análisis e invitara a los presentes a imitar la vida de su esposa.

Una vez finalizada la Santa Misa se dio lugar a una ofrenda floral donde descansan sus restos. Seguidamente, comenzó el rezo del Santo Rosario que culminó con una hermosa serenata, y antes de la bendición final por parte de Monseñor, las nubes formaron un corazón inmenso sobre todos los allí reunidos que recibió con ternura los pensamientos del Sr. Geo y de sus hijos los cuales estaban llenos de amor, de nostalgia y del deseo de volverse a encontrar algún día con su esposa y madre en el cielo.

Primero, intervino María Gracia Bianchini de Gebrán y entre algunas de sus ideas, exclamó: “Mi mamá nos enseñó a amar, pensemos que tenemos un corazón y una mente que son obra de Dios, utilicémoslos para amar a Dios y para alabarlo.” Luego, participó María del Carmen Bianchini de León diciendo, entre otras cosas que su madre les había enseñado con su ejemplo que se debe dar sin recibir nada a cambio y a servir sin ser servidos, por lo que invitó a que siguieran su ejemplo. Continuó, María Coromoto Bianchini de Marrero recordando hermosos pasajes de la vida de su madre y en cierto momento afirmó: “Serán derramadas gracias sobre todos los que se acercaron en este día tan especial, de forma particular sobre los que vinieron con humildad.” Su único hijo varón, Giovanni Bianchini, tomó la palabra y expresó que desde que su madre se había ido todos estaban más conscientes y le pedía de manera especial que intercediera por el desarrollo del Pueblo de Dios en Betania y para llevar esa realidad a los demás. María Auxiliadora siguió así: “Mamá, te pedimos que nos ayudes a llevar tu mensaje de paz, amor y reconciliación, para esto danos las herramientas para imitarte porque tú nos enseñaste a amar a Dios y a nuestro prójimo.” Después prosiguió María Esperanza Bianchini quien describió la partida al cielo de su madre que una de sus hermanas había visto y le dio las gracias a su madre por haberles enseñado las delicias celestiales que Dios nos tiene prometidas. Su primogénita, María Inmaculada Bianchini de Gentile se encontraba fuera del país por lo que María Gracia habló en su nombre afirmando que estaban conscientes de que no había nada más bello que tener a un representante de la Iglesia con ellos, por lo que una vez más le dio las gracias a Monseñor y pidió otro aplauso para él y para nuestra Iglesia.

Fue así como se abrieron los corazones de aquellos hijos y para despedir ese día glorioso, participó el Sr. Geo diciéndole a su esposa: “Estoy aquí con la familia, con Monseñor, con todos para acompañarte después de un año. Te amo y te amaré por toda la eternidad. Cuando te conocí no sabía quién eras. Te acompañé con mis debilidades, pero nunca te abandoné ni lo haré jamás. Me dijiste que pronto seríamos uno de nuevo y yo así lo espero, mientas tanto seguimos trabajando para llevar el mensaje sostenidos por la oración. Bendícenos.”