El jueves, 7 de agosto de 2008 hubo un gran encuentro en el Cementerio del Este en recuerdo del 4° aniversario de la partida al cielo de la Sra. María Esperanza de Bianchini

En la Capilla del Cementerio del Este concelebraron la Santa Misa sacerdotes venezolanos y de Estados Unidos que se reunieron para esta ocasión; fueron cuatro sacerdotes de distintos estados de los Estados Unidos y tres prelados de Caracas, Venezuela. La misma contó con los cantos de la Coral Betania bajo la dirección de la Prof. María Auxiliadora Bianchini de León.

Leyendo un mensaje de la Sra. María Esperanza, el Padre José Rosendo Díaz, Capellán del cementerio, dio inicio a esta hermosa Misa a las 3:20 de la tarde: “Tenemos que dar, dar cada día pequeñas cosas, aunque no sean cosas muy grandes, sino esas pequeñas menudencias de la vida diaria, aquellas cosas que tú las das porque las das con cariño, con amor y con solidaridad humana. Siempre dar en continuación.” Y luego comentó: “Pedimos a Dios y a todos nuestros hermanos que esta sea en esta tarde y en este momento una gran alegría, una explosión de los santos, de los ángeles y de todos nosotros, personas de buena voluntad. El cementerio se siente orgulloso de esta Eucaristía con nuestros hermanos que vienen de distintos sitios.”

Luego, la Coral Betania interpretó Christus Vincit y el Padre Timothy Byerley expresó: “Bienvenidos, queridos amigos, a esta celebración de la Divina Liturgia, una Misa en memoria de la Sra. María Esperanza. Aquéllos que tuvimos el gran privilegio de conocerla tenemos la gran responsabilidad de llevar el mensaje de amor y reconciliación. Es un honor contar con la presencia de todos estos sacerdotes, que en sí, son un signo de la autenticidad de la vida de la Sra. María Esperanza.”

Durante su homilía el Padre Tim destacó: “El Espíritu de Dios nos ha reunido aquí hoy en el cementerio donde María Esperanza ha sido enterrada.

”Cuando nosotros vemos la vida de María Esperanza y cuando tratamos de llegar al corazón de lo que ella trató de hacer por Dios y sus hermanos, lo que viene a nuestra mente son todos esos extraordinarios dones místicos que ella tuvo: la gracia de leer nuestras almas, la gracia de poder ver con anticipación nuestro futuro, la gracia de saber sobre nuestro pasado; todos nosotros éramos transparentes ante ella y a pesar de ello, la Sra. María Esperanza nunca se enfocó en nuestros defectos, de hecho, ella sólo se enfocaba en aquello que podía promover en nosotros la salvación de nuestras almas. Así que estos dones místicos que ella tuvo vienen como primera opción a nuestras mentes y definitivamente eran dones que Dios le daba para su misión.

”Pero lo que realmente se destacaba en ella era su servicio, era ese pequeño sabor del amor del cielo; ella misma fue transformada por ese amor de Dios y se sentía impulsada a compartirlo con los demás y estimulaba a otros para que fueran el reflejo de ese amor.

”Nosotros sabemos por la historia de nuestra fe que Dios a veces destaca a ciertos individuos con dones especiales, para que la esencia del mensaje de esos seres escogidos sea apreciado por quienes lo escuchan. El mensaje de María Esperanza, si lo escuchan con detenimiento, no es más que el mismo Evangelio, que no es otra cosa que el amor a Dios y amor a nuestros hermanos.

”Esto que ella nos trata de enseñar comienza en nuestros hogares, en nuestros matrimonios, amando a nuestro cónyuge con ese amor que Dios derrama sobre nosotros, y después amando a nuestros hijos y, por supuesto, amando a aquéllos a quienes nos es más difícil amar. Tenemos que comenzar a tomar riesgos en el amor, pueda ser que en un momento dado nuestro amor sea rechazado, que inclusive nosotros podamos ser hasta heridos, pero tenemos que poner nuestro ego a un lado. Eso es lo que María Esperanza hizo, ella siempre respondió con el amor.”

Después de la Misa, el Sr. Geo Bianchini expresó un corto mensaje donde habló sobre los últimos momentos con su esposa, la Sra. María Esperanza, pero subrayó que su presencia siempre está con ellos indicándoles el camino que ella recorrió, un camino de amor verdadero hacia todos los seres que se acercaban a ella, un camino de hermandad verdadera. “Comprendía nuestras necesidades interiores, y lo que sacaba de adentro eran las indicaciones precisas para llevarnos al camino de la verdad: amarnos profundamente. Y esa es la enseñanza más grande que hemos recibido: el amor en nuestras familias y a todas las personas que han pasado por nuestras vidas. Que ese enseñamiento nos acompañe hoy más que nunca. La Virgen de Betania ha venido para decirnos: ‘Hijos, reconcíliense.’”

Luego, todos se trasladaron al lugar donde se encuentran los restos de la Sra. María Esperanza, prácticamente llenando toda el área con familiares, amigos y conocidos. Allí, rezaron el santo rosario, y cada hijo y sacerdote compartió unas sentidas palabras con los presentes. Fue así cómo todos vivieron una tarde llena de recuerdos, amor y de confirmación en su compromiso de apoyo y servicio a la santa madre la Iglesia, tal como ella les enseñó.